La restauración de un clásico de la literatura contemporanea

Pla más claro que nunca

El 'Quadern gris' se podrá leer en una versión fiel 46 años después

El escritor Josep Pla,en el Mas Pla de Llofriu.

El escritor Josep Pla,en el Mas Pla de Llofriu.

ERNEST ALÓS
BARCELONA

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Pues resulta que sí, que Josep Pla sí escribió la expresión collonades en el Quadern gris, y no solo la utilizó en contextos informales. Pero ni uno solo de los lectores que ha tenido desde su publicación en 1966, hace ya 46 años, ha podido leerla tal como la escribió el autor del libro. Ni esta, ni otros miles de palabras e incluso pasajes del texto original. Hasta hoy, cuando llegará a las librerías la edición restaurada del texto a cargo del filólogo Narcís Garolera. Una versión con vocación de definitiva que sí es por fin, sostiene Garolera, «más Pla que nunca».

Hace ya siete años que se sabe que la gran obra de madurez de Pla se había ido reeditando una y otra vez plagada de errores de transcripción mecanográfica del original manuscrito y de intervenciones drásticas de los editores de Pla y de los celosos correctores de catalán de la época, que iban más allá de los errores ortográficos de un Pla descuidado en este aspecto. «Un número ingente», según el responsable de la nueva edición desde el Grup 62, Jordi Cornudella. Y hace cinco años que Garolera entregó su edición crítica, encargada antes de que la editorial Destino se integrase en el Grup 62 y en la que restauraba la obra con más de 5.000 cambios que restituían el texto del manuscrito original (3.000 en el caso de la traducción al castellano de Dionisio Ridruejo, que llegará a las librerías el 15 de enero). Pero las inercias editoriales han impedido hasta ahora la publicación de la primera edición del Quadern gris de Josep Pla libre de erratas y que respeta el modelo de la lengua del autor.

«Es un texto que se puede leer bajo una nueva mirada. Es incluso más llegidor. Hay frases -sostenía ayer Cornudella- que hasta ahora no se entendían y que ahora se entienden; y frases y palabras que hasta ahora faltaban y que ahora están». Por imperativo editorial, no se trata de una edición crítica anotada sino de un texto revisado con una introducción de solo 12 páginas.

LECTURAS ERRÓNEAS / Las correcciones responden a distintos tipos de errores y solo una parte de ellas son simplemente ortotipográficas: para empezar, Garolera ha detectado lagunas en el texto, bien líneas completas o palabras omitidas por criterios de estilo, y numerosas lecturas erróneas de la apretada caligrafía de Pla («cínica» por «única», «dirigides» por «digerides», «tarades» por «torrades», «trist» por «mut», «sota d'un pis» por «sota d'un pi»... Sin embargo, en algunos casos cabe pensar si la pudibundez del corrector intervino también: por ejemplo cuando, hablando de la cargada atmósfera de las tertulias del Ateneu Barcelonès evoca un «gust de merda» que apareció como «gust de menta». Donde no hay duda de la intervención intencionada del editor (en este caso atribuible no a Josep Vergès sino a Josep Maria Cruzet, de Selecta) es cuando la tajante descualificación de las opiniones de un catedrático pariente de Cruzet («delirants collonades») se convirtió en un más neutro «delirants explicacions». O cuando, hablando de las inquietudes sexuales de los adolescentes, «la pulsió del membre era tan invadent» se quedó en «la pressió era tan envaïdora».

CASTELLANISMOS Y AMPURDANISMOS / Según Garolera, siendo Pla y Sagarra (de quien edita la obra completa) dos autores que intentaban evitar el modelo lingüístico noucentista, es importante restituir su modelo de lengua, alterado por las ultracorrecciones de la época. En el Quadern gris restaurado se han recuperado castellanismos eliminados pero hoy aceptados por el Institut d'Estudis Catalans (caldo, caliquenyo, guapo, maco, paio, quartos, viudo, cine, alabar) y también, marcándolos en cursiva, algunos que aún no han entrado en el Diccionari: polvos, relleno, solterona... Una opción, reconoce el editor, abierta al debate, ya que Pla se sometía a la voluntad normativa del IEC. «Pero en caso de duda, el manuscrito del autor», alega Garolera.

Otro capítulo en el que la lengua del escritor fue aplanada por los correctores fue el de los ampurdanesismos. Garolera ha restituido un Pla «menos barcelonés y menos estándard» al recuperar decenas y decenas de expresiones locales del original como «desavagats» en lugar del «desvagats» que impusieron los correctores, «la fred» por «el fred», «amolats» por «esmolats», «arrilat» por «atrotinat», «xifrer» por «xiprer», «gonflat» por «inflat», «repàs» por «àpat»...

SIN 'LLURS' / Las ultracorrecciones ahora desactivadas («abusivas intervenciones lingüísticas», considera Garolera) no solo eran léxicas (gavians sustituyó a gavinots, llumins a mistos...) sino también morfosintácticas (Pla no escribió los altri o llurs que aparecían en el libro, ni un solo per a) o arbitrarios cambios en el orden de las frases («una allau vertitable» en lugar de «una vertadera allau»).

¿Necesitaría toda la obra de Pla una revisión de este tipo? «Y tanto», coinciden Garolera y Cornudella. Y no solo la de Pla. Aunque, apuntaba ayer Cornudella, «la edición en catalán está mucho mejor que hace 25 años y se ha impuesto la idea del respeto al texto y de reeditar siguiendo criterios filológicos».