ENTREVISTA

Max: «Por fin se ve que el cómic no es solo para niños»

El dibujante barcelonés regresa con 'Vapor' tras ganar el Nacional de Cómic

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Anna Abella

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Nicodemo, Nick, un anacoreta narigudo de largo pelo blanco que «se va al desierto a pensar y a buscar algo de paz porque las distracciones y tentaciones del mundo no le dejan», es el protagonista de 'Vapor' (en castellano y catalán en La Cúpula), el regreso del dibujante Francesc Capdevila, Max (Barcelona, 1956) tras lograr en el 2007 el primer Premio Nacional de Cómic con 'Bardín el Superrealista'. Nick, quien incluso tiene una especie de «pelea conyugal» con su sombra, encuentra a Vapor, un «personaje que tiene truco y se ha hecho el amo del desierto, pero sobre el que no se puede revelar nada más», en un cómic que plantea «si tiene sentido buscar una especie de salvación individual sin contar con las demás personas». 

–¿Está Max tan harto de todo como Nick para desear huir al desierto? 

–Hay días que sí, días en que lo enviaría todo al cuerno, hay un exceso de estímulos que llegan de la publicidad, la cultura, el entretenimiento, las noticias..., empieza a ser muy difícil de asimilar y ves que muchas son puras distracciones para que los ciudadanos no tengan tiempo de pensar en las cosas importantes. 

–¿Como cuáles? 

–Buscar la manera de dirigir tu vida y hallarle sentido. La velocidad a la que va todo no te deja, estás continuamente pendiente de responder a esos estímulos externos. Es muy difícil no engancharse. Yo mismo no puedo no hacerlo, necesito oír música, leer libros, hasta ¡mirar la tele! 

–El lector sonreirá al ver aquello de «Sé agua, amigo», de Bruce Lee. 

–Es un guiño pop. Hay otro a una canción de Madonna. Son elementos presentes en la vida de mucha gente. Y el de Bruce Lee iba muy bien para hacer un chiste, ya que en medio del desierto alguien te aconseja que seas agua. En el cómic huyo de lo místico pero me interesan las filosofías orientales y lo de Lee tiene algo de ello. Yo no tengo respuestas. El libro explora un tema y lo dejo en manos del lector para que reflexione. 

–¿El desierto es un personaje más? 

–Si te planteas un cómic de 100 páginas que pasa todo en el desierto debes espabilarte para hacerlo visualmente atractivo. Yo solo he estado en el del mar Muerto y me impresionó mucho. El desierto tiene una fuerza que debes transmitir visualmente. Esa tensión entre el horizonte horizontal y las paredes de roca vertical, y el horizonte como límite simbólico entre el cielo y la tierra, entre lo divino y lo terrenal. Y el sonido del desierto: el silencio. Que puede ser el más fuerte que existe. 

–El dibujo es austero, desnudo. 

–Todo lo que puedas expresar visualmente no lo pongas por escrito. Durante años hice historietas con tendencia a la verborrea pero ahora prefiero menos palabra y más imagen. 

-Vapor se inspira en las Tentaciones de san Antonio, que se celebran mucho en Mallorca, donde vive, y en el libro que escribió Flaubert sobre su historia. Él se inventó el desfile de la reina de Saba y usted lo dibuja. 

–Es maravilloso, con dioses hindús, budistas... Tras 80 páginas de desierto con Nick, Nick, Nick, daba el clímax visual al cómic. Representa las distracciones del mundo actual. Me inspiré en Herbert E. Crowley, un tipo que publicó solo 13 páginas en 1910 y desapareció hasta que hace cinco años un americano hizo una antología de los cómics más raros. Es fascinante. El dibujo parece un grabado del XIX pero el tema es absurdo y extraño, no entiendes de qué va. 

–¿Lo suyo es humor metafísico? 

–La etiqueta la inventé yo. Es humor sobre temas filosóficos, del sentido de la vida, de si hay algo más allá. No me atrae hacer cómic realista. Prefiero hablar de lo que pasa dentro de la gente. Eso conecta con el psicoanálisis, la mística, los sueños, cosas que no se pueden tocar. Metafísicas. 

–¿Cómo ve el cómic hoy? 

–Se ha normalizado. La gente por fin se ha dado cuenta de que el cómic no es menos que las novelas, las obras sinfónicas o las esculturas. Eso gracias a que en los últimos 20 años hay autores que han hecho obras muy buenas e incontestables que han demostrado que el cómic no es solo un entretenimiento para niños o jóvenes. Lástima de la crisis... aunque en el mundo del cómic siempre hemos vivido en crisis.