John Banville, escritor

John Banville: «Busco la frase perfecta»

El escritor John Banville, que se declara un obseso de las palabras, publica su nueva novela, 'Antigua luz' «El estilo lo es todo», afirma el irlandés ante la etiqueta de «elitista» que recibe

Constante 8John Banville afirma que la literatura le ocupa todo su tiempo y que escribe las 24 horas del día.

Constante 8John Banville afirma que la literatura le ocupa todo su tiempo y que escribe las 24 horas del día.

JUAN FERNÁNDEZ
MADRID

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Un día le preguntaron a Jean Cocteau qué cogería si se incendiara su casa: ¿el manuscrito de su próximo libro o su gato? Y el literato francés respondió: «Cogería la llama». John Banville cita la anécdota para explicar la actitud con la que se enfrenta a su oficio. Él no es un novelista que pretenda epatar al lector con trepidantes tramas de acción fruto de su imaginación, sino un orfebre del lenguaje que persigue a través de él una misión de mayor enjundia: «Busco captar la esencia de estar vivo, describir esa sensación, contar cómo huele, cómo sabe. Y las palabras son mi instrumento», afirma.

Poseedor de una de las mejores prosas de Europa, que le ha hecho acreedor de prestigiosos premios literarios -el Booker del 2005 y el Franz Kafka del 2010, antesala del Nobel, para el cual también ha sonado-, el novelista irlandés de 66 años confirma en persona el aura de alquimista de las letras que transmite su leyenda. Con su aire de gentleman de provincias, distinguido pero afable, visitó Madrid la semana pasada para presentar su última novela, Antigua luz (Alfaguara/Bromera). Pero convencido como está de que sus libros dejan de pertenecerle en el momento en que les pone el punto final, no es de la novela de lo que quería hablar, sino de la experiencia de la escritura.

Oírle es una invitación a recorrer los senderos de una devoción cercana a la santidad. De hecho, no le importa «sonar algo místico» cuando cuenta los detalles de su trabajo. «Desconozco de dónde me vienen las ideas. No hay un día en el que piense: voy a hacer un libro sobre esto, y entonces me ponga. Simplemente, escribo una frase y ella me lleva a la siguiente. Y siguiendo ese hilo aparece la historia. Cuando llega, la idea de la novela me pilla escribiendo», explica. Y añade: «Estoy escribiendo las 24 horas del día. Incluso sueño escribiendo. Ahora mismo, mientras le miro, estoy escribiendo».

BENJAMIN BLACK / Con esa disposición de entrega absoluta al hecho literario, Banville ha ido construyendo una bibliografía exquisita en la que hay joyas como El mar, Imposturas El libro de las pruebas, todas de una delicada elaboración estilística, y que está cruzada por la novela negra que ha publicado bajo el heterónimo de Benjamin Black.

A un talento con el portento del suyo, esa esquizofrenia ni le araña. «No hay confusión posible, ni conflicto. Black es el artesano que trabaja rápido y de manera fluida. Banville es el artista que pelea, palabra por palabra, para dar con la frase perfecta. Todo está en las frases. Más que escribirlas, yo las construyo», compara. Y golpeando el filo de una copa, añade: «A veces haces así, clink, y suena la campaña. Llegar a esa frase redonda hace que todo el trabajo merezca la pena».

John Banville está considerado un autor estilista, etiqueta con la que confiesa sentirse cómodo. «Sí, soy un estilista. El estilo lo es todo, es la forma como nos mostramos. Crecer consiste en ir encontrando nuestro estilo, no solo escribiendo, sino en todos los ámbitos de la vida», declara. Al lado del resplandor de la forma, el argumento es para él una minucia. Sin embargo, prefiere permanecer en el territorio de la prosa antes que pasarse al verso. «Me gusta ser novelista, no me veo como poeta, aunque me gusta pensar que mis libros tienen una densidad poética», aclara.

Coleccionista de infinidad de premios, su relación con los índices de ventas no es proporcionalmente tan promiscua. Su teléfono volvió a sonar hace unas semanas anunciándole su candidatura al Nobel. Falsa alarma. ¿Si el diablo le diera a elegir entre eso o convertirse en el mayor superventas del continente, qué escogería? «Pienso en Cocteau. Elegiría escribir el mejor libro del mundo».