Análisis

El fenómeno manga

ALFONS MOLINÉ
Escritor. Autor de 'El gran libro de los manga'

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La actual edición del Salón del Manga que está teniendo lugar estos días reviste un carácter especial: no solo porque haya estrenado nueva ubicación y alcanzado su mayoría de edad sino además, y especialmente, porque conmemora el 20º aniversario del evento que consolidó definitivamente la industria de los manga en Catalunya y, por extensión, en el Estado español: el lanzamiento, en mayo de 1992, del primer número de Bola de Drac, simultáneamente en catalán y castellano, de la mano de la editorial Planeta DeAgostini.

Aunque no era el primer manga publicado en nuestro país -entre otras tentativas, la mítica revistaEl Víbora acogió, ya a comienzos de los años 80, varias historias deYoshihiro Tatsumi,pionero del gekiga o manga para adultos- sí fue la obra decisiva que demostraba a todas luces que el manga -contrariamente a algunas mentes escépticas que, por aquel entonces, veían a los tebeos nipones como una moda pasajera y con pocas probabilidades de éxito en nuestro mercado- había llegado para quedarse.

No pocos de los que tuvimos la ocasión de presenciar en vivo los inicios delboomde la songokumanía sabíamos que estábamos viviendo un fenómeno fascinante¿ y cuyo legado sería duradero.

Y en efecto, dos décadas después de aquel número uno deBola de Drac, los manga ocupan una parte nada desdeñable del mercado historietístico español, con cientos y cientos de colecciones- a cargo de una decena de editoriales, con EDT (ex Glénat), Norma Editorial y Planeta a la cabeza- que abarcan prácticamente todos los géneros imaginables, desde elshôjo(manga para chicas) hasta el manga de tema deportivo, pasando por obras maduras y sencillamente imprescindibles como Adolf(Planeta), del «dios del manga»Osamu Tezuka, los autobiográficos Barrio lejano(Ponent Mon) de Jirô Taniguchi yUna vida errante(Astiberri), del citadoTatsumioLa sonrisa del vampiro(EDT), del especialista en gore Suehiro Maruo, junto a un apreciable etcétera. Por no hablar de los mangakas (autores de manga) «autóctonos» -la propia EDT ha lanzado la línea Gaijin con trabajos de factura nacional- , los numerosos libros enseñando a dibujar manga o aprender japonés¿ y, por supuesto, los numerosos salones y jornadas en torno al manga celebrados a lo largo y ancho de la geografía ibérica, como el que ahora nos ocupa.

Aquel fenómeno gestado 20 años atrás sigue aún hoy su impertérrita expansión -aquí acaso cabría añadir la coletilla de «a pesar de la crisis»- y sin dar muestra alguna de debilidad: buena muestra de ello es el hecho de que el Salón del Manga haya tenido que mudarse de la Farga al recinto ferial de Montjuïc a causa del creciente número de visitantes y de actividades.

Merecerá la pena hacer un recuento, al cabo de los próximos 20 años, de lo que elfenómeno manganos deparará a lo largo de los mismos.