La nueva novela del autor de 'La pell freda'

Albert Sánchez Piñol: «1714 no es historia pasada»

Albert Sánchez Piñol, en la sede de la editorial La Campana. A la derecha, una vista del sitio de 1714.

Albert Sánchez Piñol, en la sede de la editorial La Campana. A la derecha, una vista del sitio de 1714.

ERNEST ALÓS
BARCELONA

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Siete años de cuenta atrás desde la fecha de la publicación de la última novela de Albert Sánchez Piñol (Barcelona, 1965) acaban hoy. Victus (La Campana), la historia de la épica defensa de Barcelona durante un año hasta el desastre del 11 de septiembre de 1714 explicada desde el punto de vista de Martí Zuviría, un sarcástico ingeniero militar catalán, con el muy español general Villarroel como héroe, llega hoy a las librerías. Su autor se ha quitado un peso de encima. O más bien cuando tenga que dejar de dar explicaciones de por qué ha utilizado el castellano.

-En Victus, el pueblo es quien empuja a unas tibias clases dirigentes. ¿Paralelismos con la actualidad?

-El pobre papel de las élites catalanas, la pugna en el bando catalán entre gobernantes y gobernados, le daba profundidad al libro, evitaba que fuese una historia de buenos contra malos, catalanes contra españoles y franceses. Está documentado: cómo dejan a 5.000 voluntarios abandonados en la costa pero vuelven a recoger la porra, el cetro del diputado militar, cómo sabotean la obra militar de Villarroel, cómo dan órdenes de no atacar Mataró.

-Sus personajes califican a los dirigentes de felpudos rojos. ¿Era una expresión popular? ¿Hasta qué punto el lenguaje que utiliza, lleno de imprecaciones, es de época o actual?

-No lo era. He hecho una novela histórica, tan bien documentada como he podido, pero hay partes ficcionales. Entiendo que fuerzo el lenguaje, pero es que no sabemos cómo hablaban las clases populares. La historia la hacían los nobles, y en castellano. Era una de las limitaciones, porque quería que Victus fuese la historia del sitio explicado por los de abajo.  Quería crear un registro que huyese de la solemnidad, que el narrador le llame Karlangas al emperador.

-Ficción hasta cierto punto. Porque en las memorias de Castellví y las gacetas hay mucha información.

-Francesc de Castellví, desde el exilio, escribe 5.000 páginas. Te explica hasta que comían pan hecho con piel de haba. Lo que me he inventado es poco. Los debates sobre si han de resistir son tal cual en las crónicas. Arrastrar y pegar. Cuando Villarroel llora porque no quiere dejar a sus soldados... arrastrar y pegar.

-¿Que el principal referente documental sea un texto escrito por un catalán en castellano, le ha influido? ¿O el castellano le iba mejor para buscar este tono grotesto de Zuviría?

-Quizá sí. Haces un poco el ridículo cuando dices que hay elementos irracionales en las decisiones creativas... Estaba muy empapado de las fuentes. Entonces la defensa del catalán no estaba entre las preocupaciones políticas, hay austracistas que escriben en castellano y botiflers en catalán. Y el catalán de la época era muy malo, muy feo. Me iba bien el castellano lleno de catalanadas de Castellví. No sé. Tiré las primeras 100 páginas en catalán a la basura. No funcionaban. Y al escribir una historia en catalán, de catalanes y para catalanes das muchas cosas por sabidas. Pero más allá del mito la gente no sabe nada. Preguntas por Villarroel y te dirán que es una calle que baja.

-Le sabe mal que la gente no sepa quién es Villarroel y sí Casanova.

-Tuvo un papel tanto o más elevado al frente de la defensa de la ciudad. Aunque creo que Casanova hizo un papel bastante digno. Pero era un político, lo suyo era negociar, no salir con la bandera. Se vio arrastrado por las circunstancias.

-¿Su Casanova, que preferiría negociar, no es un poco como Mas? 

-En cierta medida tenía razón, porque militarmente hablando fue un desastre sin paliativos. Pero el capital simbólico que hemos heredado es extraordinario. Muchos pueblos lo querrían. ¿Que si hay paralelismos con la actualidad? No lo sé. Los dos movimientos empiezan desde abajo, con los ciudadanos forzando a las élites políticas.

-En los episodios en que explica la relación Catalunya-España en el siglo XVIII, ¿cree que ese debate entre una España plural y una unitaria refleja la situación de entonces, o más bien proyecta la actual?

-No, es el pasado el que se proyecta en la actualidad. Ese era el debate que tenían, que no lo hayamos superado aún es otro asunto. En el interior de España, esa guerra era un conflicto entre Castilla y Catalunya sobre cómo regir el país. Y venció la concepción castellana de España, que aún perdura. Venció pero no convenció. Pero 1714 no es historia pasada. Mira cómo estamos ahora.

-La novela, y el perfil de Martín Zuviría, me hacen pensar en la serie de novelas de George McDonald Fraser sobre el sinvergüenza Harry Flashman, situado en todos los momentos estelares de la época victoriana.

-Totalmente. Las he leído todas. Y mi idea era que mi personaje tenga similitudes con ese individuo, una rata mezquina que hace que destaque aún más el heroísmo de los ciudadanos de Barcelona.

-Es como si dejase preparada una serie de novelas al estilo Flashman.

-Hacer que EEUU sea independiente porque Martí Zuviría asesora a Washington en Yorktown, su hostilidad con Voltaire... Todo esto saldrá. Y da para una serie, pero falta ver si tendré el tiempo y las ganas. Algún episodio que he cortado, como Zuviría en Versalles o la amistad con el capitán Cook, pueden acabar en la página web. Pero Martí Zuviría en la guerra de la independencia americana es toda una novela. Es un proyecto. Pero tengo tantos... 

-¿Tras El bosc, que se presenta en Sitges, trabaja en más guiones?

-En el de Victus, que ya veremos cómo acaba. Brutal Media ha comprado los derechos. Ahora viene lo difícil, levantar la película. Porque necesitaría, mínimo, 10 millones de euros. Estoy adoptando otra perspectiva: quien explicará la historia será el duque de Berwick.

-Complicado, porque no pisa Barcelona hasta el 11 de septiembre.

-No se ponga límites... La gracia del mundo creativo es que puedes hacer lo que te dé la gana.

-Tenía otros proyectos. Completar la trilogía de La pell freda y Pandora..., una novela situada en Terranova, Fungus...

-Ya tengo a medias la tercera novela. En la tercera guerra carlista, en una masía del Matarranya, cae del cielo un ángel, que sale de un cráter tal como nos los imaginamos. Quiero que sea una novela corta en tono de rondalla. Y Fungus, la he trasladado a los Pirineos, porque está basada en la leyenda de los manairons. Sale un western de alta montaña. Pero tengo dudas de si será una novela o directamente un guion.