Cierre catalán de la gira europea de la diva del pop

Monstruitos a la carrera

MARTA CERVERA
BARCELONA

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Los superfans de Lady Gaga se suelen disfrazar cuando van a un concierto de su heroína: se visten con alguno de los extraños modelitos que acostumbra a lucir la diva del pop. Así lo explicaba ayer Marc, el joven de 17 años de Santa Coloma de Gramenet que llegó el primero a Montjuïc el 21 de septiembre para asegurarse lapole position a la hora de entrar, hoy, en el Sant Jordi. Los primeros 450 o 480 espectadores estarán muy cerca de su ídolo, en elMonster pit, la zona acotada para los superfans que Lady Gaga reserva para sus queridos admiradores, que ella califica delittle monsters (monstruitos).

«A Gaga le gustan los unicornios así que me he hecho esta camiseta con un unicornio detrás pintado», explica Marc enseñando, orgulloso, su creación. Puesto que es el primero de la fila la diva le invitará a bailar con ella durante el concierto. «Para mí ella no es humana sino una diosa», afirma Marc, que baila new style y hip-hop. «Mi sueño es conocerla, que sepa que existo aunque me olvide a las dos semanas», añade confiando en poder tener un encuentro privado en elbackstage.Reconoce que costó convencer a su madre para plantarse tantas noches a la intemperie. Y no es el único. «A mis padres no les hace ninguna gracia esto, pero me apoyan», dice su amiga Lorena, que cursa 2º de bachillerato en Badalona.

Estética feísta

Estudiantes de Telecomunicaciones, como Víctor, de ESO y ni-nis, como Kevin, la mayoría gais confesos y desacomplejados que pasan olímpicamente si alguien les llamafriquis, han entretenido las noches pasadas cantando y bailadohitscomoPoker face yBad romance. Ahora ya tienen ganas de sacar «su traje de luces» y disfrutar del concierto. «No hemos gastado mucho en el disfraz, pero hay un chico canario que ha comprado unos zapatos de 800 euros», se chivan. Tras tantas horas haciendo guardia, han formado una pequeña comunidad unidos por Gaga. «No es solo la música, también les gusta la estética feísta que genera», comenta Isabel. Ella y su marido han venido desde Bilbaoarrastradospor Julen, su hijo de 15 años, loco por Gaga. «Me ha sorprendido el buen ambiente. Nada de botellón y buen rollo», asegura. A medida que se acerca la hora de entrar en el Sant Jordi solo pide dos cosas. «Que haya buena organización y que a Julen no le de un patatús porque ¡le mato!», amenaza en broma.

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