CRÓNICA

Aromas de Venecia en Peralada

Donna Leon y Riccardo Minasi centraron la larga velada literario-musical

Donna Leon y Riccardo Minasi, durante el espectáculo que ofrecieron en Peralada.

Donna Leon y Riccardo Minasi, durante el espectáculo que ofrecieron en Peralada.

CÉSAR LÓPEZ ROSELL
PERALADA

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Donna Leon paseó, la noche del domingo, por Peralada su pasión por Venecia y por el barroco, pero lo hizo muy bien acompañada. El violinista Riccardo Minasi, al frente de Il Complesso Barocco, fue a la postre el triunfador de la velada literario-musical celebrada en la iglesia del Carme, haciendo una lectura magistral de los tres conciertos para Vivaldi, dedicados al emperador Carlos IV y también de las piezas de Brescianello, Fiorenza y Galuppi, coétanos de Il Prete Rosso. Estas obras acompañaron los relatos de las Curiosidades venecianas, narrados por la escritora ante un auditorio atento y mitómano.

Horas antes de que se iniciara la gala, Leon había manifestado su posición crítica sobre la sostenibilidad de la ciudad de los canales en una sesión académica de la Universitat d'Estiu Ramon Llull. La escritora manifestó que la permisividad con la avalancha turística y la acción de las petroquímicas estaban minando el futuro de la ciudad. En concreto, tiró dardos contra la entrada de grandes cruceros, cuya presencia hacía temblar los cimientos de la urbe acuática.

En la iglesia del Carme, Leon deslizó en cuatro relatos pasados por el tamiz irónico de la pluma que ha creado al comisario Brunetti, el universo de las leyendas venecianas. En Il povaro fornareto relató la injusticia de la ejecución de un panadero, acusado de un crimen que no cometió aunque una serie de fatídicas casualidades le señalaban como culpable. Siguió la rocambolesca peripecia de un elefante trasladado a la ciudad con motivo de los carnavales y el documentado relato de la vida de las 11.064 prostitutas censadas en Venecia en 1509 y su influencia sobre el comportamiento de autoridades y ciudadanos. Un terrorífico relato de un tipo que cocinaba niños secuestrados, cuya carne se consideraba un manjar antes de que fuera descubierto y ajusticiado, completó el aura de misterio de una velada en la que los asistentes acabaron siendo seducidos por la virtuosa interpretación de Vivaldi a cargo de Minasi y sus músicos. La cuerda expresó tanto o más que las palabras de Donna en una noche de aromas venecianos.