CRÓNICA

Un viaje alucinante

La compañía inglesa Complicite maravilla en el Lliure con 'The Master and Margarita'

Poncio Pilatos (Tim McMullan), en una escena de la obra que dirige Simon McBurney.

Poncio Pilatos (Tim McMullan), en una escena de la obra que dirige Simon McBurney.

JOSÉ CARLOS SORRIBES / Barcelona

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Espectáculo (arte) total. La compañía británicaComplicitevolvió a maravillar con el estreno en el Lliure de'The Master and Margarita'como lo ha hecho en todas sus visitas anteriores a Barcelona. Avisados quedan los amantes del teatro, de la cultura sin más, ante las dos funciones (esta noche y mañana) que quedan de una de la obras cumbres (o la mayor) delGrec 2012. No habrá, por desgracia y motivos más que conocidos, demasiadas ocasiones de ver en esta ciudad montajes de la dimensión del que Simon McBurney y su tropa han edificado a partir de la monumental novela deMijail Bulgakov. Decir que está a la altura del original es suficiente.

El despliegue de imaginación y medios es tan abrumador como el texto del autor ruso. Plantea un universo de historias cruzadas, que va del Moscú estalinista de los años 30 al Jerusalén de Poncio Pilatos, lleno de resonancias políticas, poéticas, filosóficas y religiosas. Es, también y sobre todo, una bajada a los infiernos en nombre del amor.Margarita vende su alma al diablo para recuperar a su amadoMaestro. Las capas inabarcables de la novela se despliegan a lo largo de tres horas de orgía teatral.

Experiencia cinematográfica

Si todas las obras deCompliciterepresentan un viaje para el público, su última creación acentúa esa tendencia con una puesta en escena trepidante. La sensación de asistir a una enorme experiencia visual, pura cinematografía, no limita para nada la carga teatral de una pieza mayúscula.

En'The Master and Margarita' brota, como siempre, la efectividad de unos trucos escénicos marca de la casa, por ejemplo, con cambios de situación en un suspiro. Igual se pasa de un parque de Moscú, a un psiquiátrico que al palacio donde Pilatos sopesaba, asfixiado por la duda, si debía condenar a Jesús. Todo a partir de un juego de luces, un rápido movimiento coral o un efecto sonoro. Nada molesta y todo fluye en un montaje que dispone del apoyo derecursos de vídeo apabullantes para dar vuelo al texto de Bulgakov. Por ejemplo, una gran pantalla de fondo nos sitúa por las calles de Moscú, como una cartografía militar inspirada en Google Maps, donde el Diablo y sus secuaces hacen de las suyas.

Dieciséis actores --entre ellos el español, residente sueco,César Sarachu ('Cámara café')-- se multiplican sin pausa en una obra que desató máxima expectación en su estreno, con el 'conseller' Mascarell, 'teatreros' de postín, David Trueba y la exministra González Sinde entre el público.