Noche de monstruos
Dos libros evocan la velada de los Shelley, Polidori y Byron en la que gestaron 'Frankenstein' y 'El vampiro'
Anna Abella
Periodista cultural
En esta casa desde 1990. Periodista cultural. Buceando en el mundo de los libros desde 2005.
ANNA ABELLA
Fue una tormentosa noche de junio de 1816, ahora hace ya 196 años, en la espectacular villa Diodati, a orillas del lago Leman, cerca de Ginebra, cuando unos jóvenes monstruos literarios plantaron la semilla de la que germinarían los dos grandes mitos del terror del siglo XX. Tras una gótica velada leyendo cuentos de fantasmas alemanes, uno de ellos, Lord Byron, célebre poeta ya a sus 28 años, dijo: «Cada uno de nosotros escribirá una historia de fantasmas». Y aunque el vate, más estimulado por la poesía que por la prosa, solo llegó a empezar el relatoAugustus Darvell, aquella legendaria noche alumbraríaFrankenstein, de la incipiente pluma de Mary Wollstonecraft Shelley, yEl vampiro-del que beberían laCarmilla de Joseph Sheridan Le Fanu y elDrácula de Bram Stoker-, surgido de la imaginación del médico personal de Byron, John William Polidori.Ahora el volumenLa noche de los monstruos(Edhasa) reúne los tres textos, amén de una contextualizadora introducción de la responsable de la edición, Ángela Pérez, y de cartas y diarios de los protagonistas, donde escriben sobre la propuesta de Byron y sobre aquel frío y lluvioso verano en que compartieron paseos, lecturas y escritura, y añaden inevitable morbo a sus singulares relaciones.
El editor de Edhasa, Daniel Fernández, a quien no le consta que las tres obras se publicaran antes juntas, ha hecho coincidir el libro con la nueva novela de Peter Ackroyd,El diario de Víctor Frankenstein,que añade ficción a las vidas del mítico grupo, que completaban el también poeta y amigo de Byron Percy Shelley, compañero de Mary, y la hermanastra de esta, Claire Clairmont.
Aunque según la editora «lo importante es la relevancia de los textos, su influencia en los siglos posteriores y el reflejo de la atmósfera y la época que los originó», es posible leer entre líneas e imaginar qué había tras los rumores de si Polidori era amante de Byron, si Percy Shelley se lió con la hermanastra de su mujer, sobre la aventura de Byron con una Claire ya embarazada de él, o si en elFrankensteindefinitivo de Mary hubo la mano correctora de su marido.
LORD SEDUCTOR / En una relación amor-odio entre Polidori y Byron, lo cierto es que, como ellos, en el fragmento deAugustus Darvell, el narrador inicia un viaje que recala en Esmirna con un íntimo y misterioso amigo; igual que enEl vampiro, donde es fácil ver al propio Polidori como el joven ingenuo y sensible deslumbrado por el experimentado y mundano lord Ruthven, «el primer vampiro en lengua inglesa: aristocrático, enigmático, fascinante, seductor y maléfico», en palabras de la editora.
Las «impresionantes y espectaculares» tormentas de aquel verano, como las evoca Mary Shelley, se aliaron con el ambiente fantasmal de charlas y lecturas. A Percy Shelley unos versos le causaron tal ataque de ansiedad, que gritó y corrió aterrado y requirió del éter de Polidori. Le recordaron, escribe este, la historia de una mujer «que tenía ojos en lugar de pezones». La electricidad ambiental llegó a Byron, que prescindió del médico el 5 de septiembre, y que durante el verano, como confesó a su hermana por carta, no pudo hacerse «el estoico» ante la insistencia de Claire Clairmont, que embarazada de él intentaba recuperar sus favores, aunque él le dejara claro que la historia no iría más allá.
A Mary Shelley, sin embargo, lo que más la inquietaba era no hallar una idea para «una historia que despertara estremecimientos de horror; una que hiciese que el lector tuviese miedo de mirar a su alrededor, que helara la sangre», según cuenta ella misma en la introducción de la edición definitiva de 1831, que reproduce el volumen de Edhasa.
HORRIBLE FANTASMA / La idea deFrankensteinno le surgió hasta que una noche oyó hablar a Byron y Shelley sobre «la naturaleza del principio de la vida», «los experimentos del señor Darwin» y el galvanismo: «Quizás un cadáver podría ser reanimado (...); quizá las partes que componen una criatura pueden ser tratadas, unidas e infundidas de calor vital», reflexiona. Tras ello cayó en un duermevela del que abrió «los ojos aterrorizada» porque, «con aguda visión mental», vio «el horrible fantasma de un hombre tendido», que «por efecto de una poderosa máquina, mostraba señales de vida y se estremecía con un torpe movimiento semivital». Y pensó: «Lo que me aterró a mí aterrará a otros». Y no andaba equivocada.
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