CRÓNICAS DE UNA OCUPACIÓN

¿Amigos para siempre?

La fiesta ha terminado. Para muchos atlets es despertar de un sueño que ha durado dos semanas y reencontrarse con un mundo en el que no hay un 'bufet' libre a su disposición. Frente al lema de 'Amics per sempre' algunos se conformarían con tener buenos vecinos

 

JOSEP PERNAU

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La lluvia que ayer por la mañana cayó sobre Barcelona nos hará ser realistas. Hemos vivido dos semanas de ensueño ¿de dream, como se dice ahora- y volvemos a la realidad. Hay días radiantes, pero hay también días de lluvias catastróficas. La negrura del cielo barcelonés era ayer un aviso y no precisamente meteorológico, sino para que mantengamos los pies en el suelo y no nos dejemos llevar por fantasías. En la vida no siempre todo sale a la medida de nuestros deseos. El agua temida y que para nada ha perturbado la celebración de los Juegos nos devuelve a un mundo que no siempre es de oros, platas y bronces, de entusiasmos y de banderas desplegadas. Cobi ya se ha ido y el ajustazo ya está aquí.

El parentesco pobre

Hemos de despertar nosotros, para estar preparados por lo que ha de venir, y del sueño han despertado muchos de los atletas que en la Villa Olímpica han vivido dos semanas en un mundo irreal. Algunos se habían ido ya cuando ayer Cobi subió a los cielos y ya están otra vez en un mundo en el que no hay un bufet libre a su disposición, coca-colas y helados gratuitos, máquinas de marcianitos, autocares que les esperan, transportes públicos en los que sólo han de mostrar un escapulario y un cuerpo de voluntarios simpáticos que les atiende. Al regresar a su país no se han encontrado una casa como la que aquí han ocupado en la Barcelona que ens agrada y que es posible haya sido adquirida ya por alguiende la gente guapa, por la que habrá pagado una millonada,

Han formado parte del parentesco olímpico, en el que, como en todas las familias, hay parientes ricos y parientes pobres. Como su nombre no figura entre el estrellado olímpico ya ha quedado olvidado. Han sido extras y comparsas, seguramente muy exóticos, de una gran fiesta que se organiza cada cuatro años, en nombre de la fraternidad universal.

Ayer, muchos todavía, participaron de la clausura. Han hecho bien los de Comediants procurando que su espectáculo tuviera un aire de fiesta, sin el ambiente de estación de ferrocarril que tienen siempre las despedidas. Veremos ahora la interpretación que se da al festejo de los diables y el fuego en los grandes medios de comunicación mundiales. Por tratarse de una fiesta de raíces populares, los atletas que han venido de Africa, de Asia, de islas perdidas en todos los mares y de Iberoamérica, seguramente la entenderán mejor que los analistas redichos de la gran prensa internacional.

La fiesta ha terminado y lo que ayer todavía estaban en el Estadio ahora deben estar camino del aeropuerto. Ni siquiera llevar varias medallas en el equipaje es garantía para muchos atletas un futuro mejor. Un oro ruso o cualquiera de los atletas del equipo que se desunifica hoy son 300.000 pesetas, mientras que oro español son 8 millones de pesetas setas y un coche, ya, y 100 millones al llegar a los 50 años, ya que si algunos no piensan en el día mañana, por ellos piensa la Caixa que preside Samaranch.

Por lo menos, buenos vecinos

`Amics per sempre¿. Se lo ha repetido Cobi en todos los idiomas. Ya se conformaría la bosnia Mirsada Buric, que antes de venir a Barcelona se entrenaba en Sarajevo bajo el fuego de las bombas, con que los serbios fueran buenos vecinos. La amistad es otra cosa. Con ella se conformarían todos los miembros de la delegación de Bosnia. En la Villa Olímpica, Mirsada se encontró a la que fue compañera en la selección yugoslava de atletismo Suzana Chiric, de nacionalidad serbia, que competido en Barcelona como independiente. Suzana no es culpable de los horrores que cometen los suyos. Pero fue un encuentro frío y distante. La atleta de Bosnia regresa ahora a su país y sabe que si quiere mantenerse en forma tendrá que seguir arriesgándose a correr por unas calles cubiertas de escombros. La vida del atleta exige muchos sacrificios, pero a unos más que a otros.

Sin llegar a la amistad eterna, con ser buenos vecinos se conformarían muchos del Equipo Unificado que se desunifica, los israelíes con todos los estados árabes, los kuwaitíes con los iraquíes. Sólo que imperara el respeto ya seria mucho sin necesidad de llegar a la amistad.

Esta noche pasada imperaba la euforia en el palco. Los mandamases se intercambiaban felicitaciones. A medida que pasaban los días eran más claras las ansias de que llegara el momento de la clausura. No era por el cansancio, sino porque no había habido fallos en la organización y se temía que en el último momento algo con lo que no se contaba pudiera deslucir el festejo. Se felicitaban todos, incluso los que se han enfrentado más de una vez. Después de los Juegos, `amics per sempre?¿

La importancia de llevar escapulario

Han sido más de 110.000 escapularios los que estos días se han podido ver por las instalaciones olímpicas. Se diría que algunos no se han quitado a acreditación ni para dormir. Aparentemente eran todas iguales, la de Samaranch y la señora de la limpieza. Pero los derechos a que daba derecho cada escapulario dependían de la letra que figurara junto al retrato del acreditado y constaban bien claramente en un código de barras, que leían los voluntarios en la puerta de las instalaciones. El máximo rango ha sido el que llevaba las letras ClO, identificadoras de los miembros del Comité Internacional Olímpico, los menos proclives a guardarse el escapulario, hasta el punto que se diría que lo llevaban ya puesto al nacer. Son el generalato de la cosa olímpica y durante los dias de los Juegos, con la acreditación CIO colgada, ven el mundo de otra manera. Igual que los de las siglas ONO (Comité Nacional Olímpico) o FI (Federación Internacional) acostumbran a llegar con el tiempo justo a las competiciones, cuando no tarde, y ha ocurrido a veces que han encontrado todos los asientos ocupados por sus propios compañeros o por invitados. Miran entonces al intruso con arrogancia,

porque consideran que es suyo el estadio.