CRÓNICA

Juerga de graves a trompicones

Los fallos de sonido no impidieron la fiesta de Flying Lotus

ROGER ROCA / Barcelona

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A media tarde, durante una de esas sesiones de dj que el público aprovecha para sentarse al sol -tumbarse allí es una entelequia-, en el SonarVillage sonóA love supreme, el mantra del saxofonista John Coltrane. Quizás era un guiño al concierto que vendría después. Steven Ellison, alias Flying Lotus, es familia más o menos cercana del gran místico del jazz moderno. Hasta aquí el parecido. O quizás no. Flying Lotus vive en la esfera de la electrónica y su karma, definitivamente, es más de raver que de místico. Pero su música hierve en ideas. Giros, cortes, cambios de ritmos y contrastes de timbres, de agudos que chirrían a bajos que son la pesadilla de cualquier equipo de sonido. Tiene algo de la obra de un iluminado.

Una pena que el jueves, todos esos matices quedaran sepultados por los graves de los altavoces. El sonido, escaso, que además falló a media sesión, no fue su aliado. Pero Ellison tampoco parecía demasiado preocupado. Él y su banda, que apareció a mitad del set, habían venido a pasárselo bien. Y dieron una fiesta que funcionó a trompicones, medio concierto, medio sesión de discoteca, con parones técnicos y travesuras dedj gamberro. Entre sus requetegraves coló éxitos ajenos de soul y hip- hop: sonaron el rapero Nas, la diva Erykah Badu, yI want you backde The Jackson 5 lo bailó hasta el vendedor ambulante de cerveza. Divertido, sí. Pero nada más.