IDEAS

Todos los hombres del presidente

JOSÉ MARÍA SANZ LOQUILLO

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Son legión los voluntarios que se nos presentan a las elecciones a la SGAE. Ingenuos que de buena fe se lanzan a una piscina vacía o llena, según se mire. También los que ven la oportunidad de un buen retiro y terminar su declive artístico con un despacho chulo y buena jubilación. Los hay que se han pasado la últimas décadas a la sombra deTeddy Bautistabeneficiándose de su posición o haciendo elcateringde sus merendolas. Intentan ahora seguir apostando en la ruleta y seguir manejando los hilos. Están los nostálgicos que inician sus arengas con lenguaje marxista leninista, y uno se imagina en una reunión del Partido sonandoSueño con serpientesdePablo Milanés.Están los peores, los que han tomado el camino de la democracia pero que en su momento señalaban con el dedo a los que alzaban la voz en el desierto y los acusaban de topos de la derecha.

Y están los turistas. Les llevan a la capital, les llevan a un buen restaurante y se quedan con la boca abierta. No saben que sirven de cortina de humo a candidatos que sí saben cómo se cuece eso de las subvenciones. Su cabecilla piensa que es posible una SGAE descentralizada donde ellos corten el bacalao, o cabezas, sin saber que las que rodarán serán las suyas. Tenemos a los patricios, que durante los últimos tiempos han representado el lavado de cara de la casa. No tienen perdón, por tontos. Se van a comer el marrón enterito.

Y el resto esperamos que entre tanto listo aparezca una figura seria y decente y a ser posible joven, o al menos menor de 55 años, con un lenguaje propio del siglo XXI, que defienda este colectivo machacado por una pandilla de hijos de puta, a quienes los ministerios de cultura de turno dieron patente de corso.

Una tarde, en un hotel de Madrid, estábamos un servidor ySabino Méndez,portavoz de la junta provisional y que abandona su cargo tras las elecciones después de ordenar la casa y preparar la transición. Descubrimos reunidos en contubernio aTeddy y sus secuaces. Avisé al barman y le pedí que advirtiera a los clientes de que se sujetaran la cartera. La cara de los miembros de la honorable sociedad al ver aSabino Méndezno la olvidaré nunca.Elliot Nesshabía cazado aAl Capone. Yo todavía me estoy riendo.