Cómics que hay que leer

Cuando toda una autoridad en la materia afirma que «ante los avances de internet y la tecnología cinematográfica y sonora cualquiera podría pensar que a estas alturas el cómic ya habría desaparecido, porque es un medio muy arcaico y muy ineficaz», el oyente se pregunta en seguida cómo su interlocutor telefónico desde Madrid arreglará ese feo al género. Pero el británico Paul Gravett no da tiempo al desánimo: «Por eso es extraordinario que este medio siga prosperando. Soy optimista porque el cómic tiene la ventaja de usar imágenes y si combinándolas con palabras hemos hecho cosas maravillosas podemos hacer cosas más maravillosas aún».

Gravett, que participa en unas jornadas del British Council, ha movido la batuta de una orquesta de 67 expertos de 27 países, entre ellos el catalán Alfons Moliné, para crear 1.001 cómics que hay que leer antes de morir (Grijalbo), un recorrido con voluntad de canon imprescindible en la historia del género. Inaugurado en 1837 con la tira cómica Los amores del señor Vieux Bois, del profesor suizo Rodolphe Töpffer, el colofón lo pone la monumental Habibi (Astiberri), de Craig Thompson, del 2011. En esos 174 años entre ambas no faltan Tintín y Astérix, Superman y otros superhéroes de DC y la Marvel, el Maus de Art Spiegelman, el underground de Robert Crumb o Gilbert Shelton, Persépolis de la iraní Satrapi, o el pionero del manga Osamu Tezuka.

'EL ARTE DE VOLAR' / En esta guía ilustrada brillan 16 títulos españoles, entre ellos clásicos del tebeo como Mortadelo y Filemón y La familia Ulises. Gravett siente debilidad por «un libro fantástico con un historia muy bella sobre el padre del guionista y la guerra civil»: El arte de volar, Premio Nacional de Kim y Altarriba. Gravett, escritor  y comisario de exposiciones de arte gráfico, que no faltó a la muestra de cómic español en Angulema, cree que este «debería tener más proyección internacional» y aconseja «conseguir ayudas del Ministerio de Cultura a la traducción y exportación. La Bélgica flamenca lleva cuatro años haciéndolo y sus jóvenes talentos están siendo descubiertos ahora en Francia, Inglaterra y Estados Unidos».

«El cómic está dejando de ser un género minoritario para abrirse a un lector más amplio -opina-. Pero no hay que dormirse porque en Occidente sigue siendo una especie de subliteratura. Lo bueno es que sobre todo en el Reino Unido y Estados Unidos hay novelistas como Dave Eggers, Zadie Smith, Nick Hornby y Phillip Pullman que hablan positivamente de la novela gráfica y ven en ella un avance y una evolución dentro de la propia novela como género».

En parte ese nuevo público se debe a la novela gráfica comprometida y de denuncia que destilan los reportajes de Joe Sacco u obras biográficas del estilo de Spiegelman y Marjane Satrapi. «El cómic tiene un papel importante al revelar la perspectiva individual ante los hechos históricos y los problemas actuales desde un punto de vista íntimo, más que otros medios, la televisión o internet. Cuando leemos estos cómics vemos la representación de la experiencia de un individuo y eso lo acerca enormemente al lector».

SUPERHÉROES / ¿Internet, amenaza o aliado? «Es una oportunidad fantástica para que un artista elimine obstáculos del medio impreso al no dirigirse a una editorial, y el lector no tiene que ir a la librería. Es la relación más directa entre lector y autor. Otra cosa es qué pasa con el cómic electrónico que al usar técnicas de animación y sonido se aleja del tradicional y puede convertirse en una forma limitada del cine».

¿Sobrevivirán los superhéroes? «Sí. Hay dos futuros posibles, es muy probable que Superman y Spiderman sigan existiendo dentro de 50 años porque la Warner y Disney no les dejan morir o bien que se les dé una inyección de creatividad e imaginación y sigan evolucionando». Y por si alguien tenía alguna esperanza, «nadie va a venir de Kripton a salvarnos de la crisis».