UN ESTILISTA DE LA NOVELA NORTEAMERICANA

Las fantasías eróticas de Nicholson Baker

El autor de 'Vox' publica 'La casa de los agujeros'

El escritor Nicholson Baker, en una imagen captada por su esposa.

El escritor Nicholson Baker, en una imagen captada por su esposa.

ELENA HEVIA
BARCELONA

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Si la interlocutora a este lado de la línea telefónica no supiera qué aspecto tiene el escritor norteamericano Nicholson Baker -abreviando, parece el hermano gemelo de Papá Noel- quizá le resultaría mucho más difícil pensar que ese vozarrón tranquilo y mesurado de gran oso de los bosques pueda pertenecer a la persona que ha escrito La casa de los agujeros (Duomo). Hay una escalada erótica en este autor, nacido en Rochester, Nueva York, en 1957, gran estilista de la novela norteamericana, que a principios de los 80 se dio a conocer internacionalmente con Vox -sí, la novela porno que Monica Lewinsky le regaló al presidente Clinton-, regresó al tema con La Fermata y culmina ahora con esta novela mucho más imaginativa y radical que las anteriores en un contexto que parece haber sido diseñado a partes iguales por Salvador Dalí y Walt Disney.

A saber, una muchacha practica curiosos juegos sexuales con una mano y su correspondiente antebrazo estilo familia Addams; otra es abducida por la cabina de un centro de bronceado mientras los compositores rusos Rimski-Korsakov y Borodin se dedican a masturbarla... Este es el tipo de situaciones que ocurren en ese terreno extravagante que no obedece a las leyes de Newton.

Baker casi gruñe de placer cuando se le menciona la posible relación de su novela con el universo del pintor surrealista. «Lo extraordinario del deseo es que tiene una fluidez que no existe en el mundo real. En mis fantasías puedes colocar a una persona en varios lugares a la vez. Eso es puro Dalí o El Bosco».

Fue la consabida oposición entre literatura y cine la que le impulsó: «Empecé a escribir este libro intentando demostrar que las palabras pueden tener el poder de accionar la sexualidad de la misma forma que una película. Yo, íntimamente, creo que sí». El intento de Baker, autor también de muchas novelas serias, vendría a ser como si Coppola se dedicara a rodar una porno de Rocco Sifredi.

Pero no tenía el escritor tanta seguridad cuando empezó la escritura de La casa de los agujeros en la que, pese a la timidez que confiesa, muestra sus fantasías íntimas sin pudor «Al principio quise utilizar un seudónimo pero cambié de opinión cuando se la di a leer a mi mujer, Margaret». Margaret Brentano, compañera del autor desde hace décadas y fotógrafa de todos sus retratos, es siempre su primera lectora y aparece reiteradamente en la conversación. «Podría decirse que estos libros eróticos están escritos para ella». Baker solo tuvo que oír las risas y las exclamaciones admirativas de su esposa desde la habitación contigua donde se había encerrado a leer la novela para saber que, de nuevo, iba por buen camino. «¿Que si me he psiconalizado alguna vez? ¿Para qué? Quizá debería hacerlo pero mi mujer suele decirme que soy el tipo más sano que existe», asegura ufano.

«Creo que Vox y La Fermata tenían una perspectiva más masculina, aquí he intentado ahondar en el deseo de las mujeres. Para mí ha sido muy excitante imaginar lo que pensaría una mujer en determinada situación. Cambiar de sexo no se me ha pasado jamás por la cabeza, pero la ficción sí me permite hacerlo».

Hay en el libro, pese la rareza de sus situaciones, una cierta ingenuidad y mucho sentido del humor: «Estoy convencido de que todos llegamos inocentes a la sexualidad, y eso es lo que he querido transmitir».