Recetas culturales contra el desánimo

Una sátira del siglo XX

El sueco Jonas Jonasson debuta con una hilarante aventura de un abuelo de 100 años

Jonas Jonasson.

Jonas Jonasson. / periodico

ANNA ABELLA / BARCELONA

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Con la imprescindible, estrambótica, surrealista e hilarante novela El abuelo que saltó por la ventana y se largó (Salamandra / La Campana) Jonas Jonasson (Växjö, 1962) nos demuestra que los suecos también tienen sentido del humor y son expertos en algo más que en novela negra. Para ello tiene la inestimable ayuda del descreído y apolítico Allan Karlsson, un memorable personaje con tintes de Forrest Gump, que el día que cumple 100 años decide saltar por la ventana del geriátrico y, tras hurtar una maleta repleta de dinero, acaba perseguido por policías, criminales y periodistas en una delirante aventura de ironía y humor negro, a la que se va sumando una heterogénea y divertida troupe con elefanta incluida.

Huir de la gris realidad

En plena crisis, el mérito, y el éxito de la novela -dos millones ejemplares en Europa, uno en Suecia, y traducida a 36 lenguas-, se debe, opina Jonasson, «a que hace que el lector pueda huir de la realidad. Vivimos nuestra vida gris y salimos por la ventana con Allan y, 400 páginas más tarde, volvemos a entrar por la ventana y descubrimos que quizá la realidad no es tan horrible».

Pero el efecto de su historia no es solo medicinal ya que el centenario Allan, capaz de cruzar el Himalaya y huir de un gulag, es el «guía» que le permite dar una visión satírica de la historia del siglo XX y de sus poderosos líderes porque, dice, «si los humanizas es más fácil criticarlos». En el currículo de Allan, «amoral y peligroso idiota político», figura Franco, con quien comparte paella y vino tinto; Oppenheimer y Truman, a los que da la llave de la bomba atómica; Stalin, al que enoja sin querer, pero también Mao, De Gaulle, Churchill o Kim Jong-Il.

«Además de escribir un libro lleno de esperanza quería que nos recordara lo jodidamente estúpido que puede ser el ser humano. Nada es tan inteligente y estúpido a la vez como el hombre -sentencia-. Y porque las estupideces de la humanidad se repiten, en el próximo libro trato en clave de humor satírico el apartheid en Sudáfrica. Hay que recordar estas cosas una y otra vez para que no se repitan».

Jonasson comparte con Arto Paasilinna «el coleccionar personajes raros y destinos humanos especiales» pero con quien más tiene en común Allan es con el El buen soldado Svjek, de Jaroslaw Hasek. «Es difícil saber si ellos son los más tontos de su época o si en realidad son los únicos que lo entienden todo».

A sus 100 años, Allan es la antítesis de la vejez decrépita y pasiva. «Hay que aprender de la historia, escuchar más a los que la han vivido. Si las crisis financieras se repiten cada 15 años deberíamos aprender de los errores anteriores. Uno puede tener mucho que decir aunque no sepa entrar en Facebook». Para este autor, que un día también salió por su propia ventana y empezó una nueva vida en Suiza, donde alumbró esta ópera prima, «no hay soluciones sencillas» pero piensa, «como Allan, que si nos sentamos con una botella de vodka y lo hablamos puede que las cosas sean un pelín menos miserables».