LA DEFENSA DE UN MITO LITERARIO NORUEGO CONDENADO POR TRAIDOR

Hamsun, el nobel pronazi

Su última obra y sus artículos recuperan la figura del autor de 'Hambre'

El nobel noruego Knut Hamsun, en sus últimos años.

El nobel noruego Knut Hamsun, en sus últimos años.

ANNA ABELLA
BARCELONA

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el Nobel premió en 1920 su indiscutible literatura y él le ofreció la prestigiosa medalla a Joseph Goebbels, quien le montó una cita con Hitler, y aunque el encuentro decepcionó a ambos, cuando este se suicidó le dedicó una elogiosa necrológica en la que le calificaba de «reformista del más alto rango». Nunca escondió sus ideas fascistas y abonó con ellas sus artículos de los años 30 y 40. No en vano su país, Noruega, tras sufrir la ocupación nazi, le condenó por traidor y se convirtió, aún hoy, en el escritor que todos los noruegos leen pero ninguno lo dice. «Knut Hamsun fue un dios que acabó en el infierno -afirma la traductora y experta en el autor deHambre, Kirsti Baggethun. Era tan, tan, tan amado antes de la guerra, por su prosa, sus descripciones, sus personajes..., que su caída fue tremenda. Porque nada era peor que ser pronazi en Noruega».

Dos títulos devuelven al nobel maldito al estante de novedades. Si a finales de año llegabaTextos de la infamia(Berenice), donde el traductor Mariano González Campo reúne sus artículos filonazis y antibritánicos, varios inéditos en España, esta semana hay que celebrar la recuperación de la última obra de Hamsun, de 1949. Inencontrable en castellano (Plaza&Janés lanzó una temprana edición en 1952,Por los viejos caminos), es un relato autobiográfico con pinceladas de ficción, que incluía su alegato de defensa, sin un ápice de arrepentimiento, ante el tribunal que dictaminó su traición. Traducido ahora por Baggethun y Asunción Lorenzo directamente del noruego, y publicado por Nórdica con el título dePor senderos que la maleza oculta, Hamsun narró en él el periplo de sus tres años de arresto antes del juicio, en un hospital, un geriátrico y un psiquiátrico. Siendo un anciano de 89 años, sordo y medio ciego, pero combativo y enojado, duerme, holgazanea, escribe a escondidas las notas que germinarán en este su último libro y lee periódicos a escondidas porque se lo han prohibido. Por ellos, afirma, se entera «por primera vez de las ignominias cometidas por los alemanes en nuestro país».

TORMENTO PSIQUIÁTRICO / Hamsun intercala reflexiones y recuerdos y relata paseos y encuentros con gente que le muestra su «solidaridad y simpatía» -«no vi odio ni desprecio»-, pero sobre todo da cuenta de los interrogatorios de jueces y médicos. Tras cuatro meses «de tormento» en el psiquiátrico, rodeado de «orden, puntualidad y frío, un ambiente despersonalizado y reglamentos, disciplina y religión», escribe, con total lucidez: «Salgo de una institución de salud, y estoy muy deprimido. Estaba sano cuando ingresé».

Ese tiempo sirvió a su odiado doctor Langfeldt para diagnosticar en un informe que no era un enfermo mental pero «tenía las facultades mentales mermadas». En opinión de Baggethun, «seguía tan cuerdo como siempre y sabía muy bien lo que hacía cuando escribía ese libro. Muchos creen que en realidad el psiquiatra pretendía usar ese informe para que el castigo no fuera peor, pero en esta obra, en lugar de parecer tonto y viejo, demuestra lucidez».

TELEGRAMAS A HITLER / En su alegato, Hamsun sabe que sus artículos son lo único que pueden usar contra él. «No hay nada más de lo que se me pueda acusar (...) No he delatado a nadie». Y recuerda los numerosos telegramas que mandó a Hitler y otros nazis intercediendo «por la vida de compatriotas presos», aunque añade, «el propio Hitler acabó por rechazar mis peticiones. Le aburrían».

Explica cómo puso su pluma al servicio de «la idea de que Noruega ocuparía un lugar destacado en esa sociedad germánica mundial que se estaba fraguando» y «para impedir que la juventud y los hombres noruegos se comportaran de un modo necio y provocador ante los ocupantes, cuando no serviría de nada, excepto para ruina y muerte de ellos». E insiste: «Estoy en paz, tengo la mente limpia y la conciencia limpia. Recibo cartas en las que se dice que se me leerá en tiempos inmemorables, también me elogian noruegos que lucharon contra los nazis».