ENTREVISTA PUBLICADA EL 2 DE MARZO DEL 2009

"Sólo sueño con volver a pintar"

Con ocasión de su elección entre los 10 finalistas a Català del Any , Antoni Tàpies era entrevistado en la contraportada de EL PERIÓDICO

NÚRIA NAVARRO / Barcelona

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Hijo de insobornables catalanistas,Antoni Tàpies(Barcelona, 1923) fue primero surrealista, informalista luego y genio de la pintura matérica hoy codiciado por todos los museos. Ha firmado más de 7.000 obras, impulsado una fundación para potenciar el arte contemporáneo y centrado alguna que otra polémica (la delCalcetínpara el MNAC aún es la más recordada).

--¿Qué tal se encuentra usted?

--Me tiemblan las manos. Me cuesta aguantarme de pie. Sufro pensando en que quizá no vuelva a ponerme bueno.

--Claro que se pondrá bueno.

--Antes del verano me descubrieron que tenía un problema cardiaco. La arteria irrigaba poca sangre en el corazón. Me propusieron ponerme un marcapasos. Y funcionó. Durante el verano trabajé como siempre. Hice una treintena de cuadros. Pero luego cogí la gripe y hace días me han operado de una oclusión gástrica. Me faltan las fuerzas.

--Volverán.

--Solo sueño con volver a pintar. Ahora viene a casa un señor que me ayuda a ejercitar brazos y piernas. La pintura exige un trabajo físico.

--¿Cómo es ese trabajo?

--Creo que soy más intuitivo desde que tengo mayor dificultad para combinar cosas. Antes cogía dos sillas y las clavaba y trasegaba con botes de pintura. Y si no funcionaba, lo descartaba. Ahora me ponen la tela sobre plano, entre dos caballetes y comienzo a trabajar. Una vez tienes cierta experiencia, hay que dejar camino a la improvisación. Y sale. Aunque a menudo sufro porque algo no va bien.

--¿Sufre usted?

--¡Madre mía! Soy muy sufridor. Y no solo en el arte sino en el funcionamiento de las cosas de la vida. Es Teresa, mi esposa, la que sabe siempre qué hay que hacer.

--Pinta como si practicara el tiro con arco japonés...

--Puede ser, sí.

--El gesto es rápido pero viene de una larga meditación.

--(Sonríe) Un oriental dijo que para pintar un cuadro hay que leer un millón de libros. A mí me parece de capital importancia la formación y el interés por la vida. Es todo lo que tenemos, ¿no?. Una de mis ilusiones es que mis imágenes estimulen al espectador a sacudirse tanta banalidad de la sociedad, a concentrarse más en el camino...

--¿Espiritual?

--Espiritual, sí. Un camino más firme, que le aclare el universo.

--Difícil cometido.

--Yo ahora tengo una cierta visión de conjunto, y asocio la vida a un mundo que no conocemos y sobre el que hay que ir pensando. Yo ya lo hice de joven. Tuve una lesión pulmonar en una época en la que no había antibióticos. Estuve casi dos años entre la cama y una hamaca.

--"Pinto lo que pinto porque soy catalán". Eso escribió una vez.

--Ese sentimiento de pertenencia me viene de lejos. Mi abuelo, Francesc Puig Alfonso, fue teniente de alcalde de Barcelona y fundó la librería Puig Alfonso en la plaza Nova. Y mi padre perteneció a la Lliga... Me gustaría que todo el mundo comulgara un poco con mi sentimiento a través de mi pintura.

--Aspiraba a reflejar el universo de un solo trazo, ¿recuerda?

--No lo he logrado aún. Por eso tengo necesidad de seguir trabajando. Cinco años más quizá... Pero ese trazo del que me habla es difícil de explicar, es como explicar la vida, que de eso trata el arte. Esa intuición clarifica muchos las cosas...

--¿Eso es lo que le queda por explicar?

--Me queda abrir la última puerta al misterio, ¿no?. No se ha logrado por más científicos que lo hayan pensado y más poetas que lo hayan imaginado. Aunque ellos han concretado bastante que la tierra, el cuerpo, lo material, tienen tanta importancia como lo espiritual. La perfección no solo debe venir de las ideas nobles, sino que el trato a la tierra debe ir a la par. No debe existir la dualidad.

--¿Han entendido su obra?

--(Sonríe). Bueno... Es discutible. De joven me criticaron mucho. Sufrí. Sentí que había fracasado. Pero pesaron más las ganas de hacer cosas interesantes que la opinión de los otros.

--Ahora peregrinan a su puerta.

--(Sonríe otra vez) Sí, sí.

--Ayúdeme. ¿Cómo mirar un tàpies?

--Con cierta preparación. Hay muchos artistas que dicen que todo el mundo puede entender sus obras. Yo creo que no. Es importante educar la mirada de los niños, prepararles para que sean sensibles al arte. Pero, ojo, que hay críticos y comentaristas que traicionan un poco.

--Quizá si explicara usted más.

--Eso es difícil... A ver, yo creo que, de algún modo, lo que me inspira son mis otros cuadros. Mi obra es como una corrupción de lo hecho.

--¿Qué conmueve a quien conmueve?

--Algunas obras de música, que ahora siento en la imaginación, porque no las puedo escuchar de verdad.