Homenaje a una iconográfica colección de aventuras de la segunda guerra mundial

'Nuevas Hazañas bélicas' nacidas de la guerra civil

La popular serie de cómic de los 50 y 60 regresa con personajes republicanos y fascistas

DE LA POSGUERRA AL SIGLO XXI 3 Cómics originales con soldados americanos en la portada, que en las 'Nuevas Hazañas bélicas' se convierten en un fascista y un miliciano.

DE LA POSGUERRA AL SIGLO XXI 3 Cómics originales con soldados americanos en la portada, que en las 'Nuevas Hazañas bélicas' se convierten en un fascista y un miliciano.

   ANNA ABELLA / Barcelona

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infiernos volantes, Odio birmano, Lluvia de metralla, El cielo en llamas, Diez minutos en Stalingrado, El héroe de Okinawa... Son algunos de los cientos de títulos de aquellas míticas y épicas aventuras de la segunda guerra mundial en cómic, que se convirtieron en una de las series made in Spain más comerciales y populares de los años 50: Hazañas bélicas. Una colección grabada en la memoria, y la nostalgia, de varias generaciones y cuyas páginas estaban pobladas por soldados norteamericanos, nazis, japoneses, británicos... (nunca españoles, no estaban los tiempos, ni el país, para hurgar en heridas de guerra patrias).

Creada por el dibujante y guionista barcelonés Boixcar en 1948 y publicada por la editorial Toray en el iconográfico formato apaisado que hoy es sinónimo de clásico de la historieta popular de la posguerra, ahora Glénat le rinde un doble homenaje. Por una parte, reeditando, el próximo año, una selección de las mejores historias y, por otra, inaugurando una serie, Nuevas Hazañas bélicas, que reinventa la colección con personajes españoles surgidos de la guerra civil pero cuyas peripecias transcurren mayoritariamente en la sangrienta Europa de Hitler, Stalin y Mussolini. Para redondear el invento, cada álbum incluye un tebeo que imita, emulando un facsímil, el clásico apaisado y que explica un flashback relacionado con la historia principal.

ENTRETENER / El álma máter y autor de los guiones de la reinterpretación es Hernán Migoya, que se ha rodeado de dibujantes de lujo: Bernardo Muñoz, Diego Olmos, Perro, Joan Marín y José Mª Beroy, con Miguel Gallardo y Daniel Acuña de portadistas. «He querido rendir homenaje a aquella colección y a nuestra cultura popular, que deberíamos respetar más. Siempre hemos tratado la guerra civil como drama, revisionismo histórico, o para remover conciencias... pero nunca como entretenimiento», reivindica Migoya.

Guión y dibujos aportan pues un toque tarantiniano, mantienen la estética del tebeo clásico y actualizan el espíritu destilado por Boixcar y sus sucesores hasta 1971, que, como explica el historiador de cómic Antoni Guiral en el artículo final, mezclaron «con habilidad las disquisiciones morales de los personajes con las escenas de acción, buscando siempre una respuesta humanista a los avatares bélicos. (...) Apuesta por resaltar los valores humanos en condiciones adversas, fueran quienes fueran los amigos y los enemigos».

Esto puede parecer misión imposible en estas Nuevas Hazañas bélicas de una guerra fraticida. pero Migoya y el editor de Glénat Félix Sabaté recalcan que «en ellas no hay ninguna connotación ideológica», ni pretensión de que el lector elija bando. Ello, aunque los dos álbumes inaugurales rememoren los colores de cada uno: Unidos en la división, de la Serie Azul, con protagonistas y punto de vista del bando fascista (una monja ultrajada por los rojos que se disfraza de hombre para alistarse en la División Azul y matar rusos), y Dos águilas de un tiro, de la Serie Roja, del bando republicano (un asturiano al que, fascistas primero y nazis después, asesinan la familia y pretende matar a Hitler y Franco en su histórica cita en Hendaya).

Recuerda el escritor que en todo bando de cualquier guerra, hay «tanto víctimas como gente mala y en ambos se cometen salvajadas y en ambos hay gente que sufre y que, a su manera, son héroes». Así son sus protagonistas, que se mueven por el ansia de venganza.

TRASFONDO PSICOLÓGICO / «Hay reflexión sobre el conflicto, trasfondo psicológico y se desdibuja más quién es el bueno y quién el malo que en la colección clásica. Ni todos los de Falange son tan fanáticos de Franco como los pintan, ni todos los rojos violaron monjas. Eran seres humanos, hermanos, matándose entre sí», añade Sabaté. De ahí que en la historieta de la División Azul, ante la visión de polacos ahorcados por los nazis, se reproduzca este diálogo entre soldados fascistas: «Los españoles nunca somos capaces de tanta crueldad con un semejante», dice uno. «¿Y los fusilamientos masivos de rojos? ¿Eso qué fue? ¿Amor al prójimo?», le responde otro.

O surja esta escena en el tebeo rojo cuando un soldado franquista le suplica al republicano que no lo mate: «Yo nunca le he hecho daño a nadie. No soy una mala persona». «Estoy convencido de que eres mejor persona que yo. Pero mi causa es mejor que la tuya», contesta el otro antes de cortarle el cuello. Ojo al dato: es una de secuencias preferidas del guionista.