UNA ORIGINAL Y PERTURBADORA NOVELA GRÁFICA SOBRE LA MUERTE

Felipe Almendros: terapia de cómic

El dibujante de Badalona supera la depresión con el autobiográfico R.I.P.

Felipe Almendros, que publica el cómic autobiográfico R.I.P.

Felipe Almendros, que publica el cómic autobiográfico R.I.P. / periodico

ANNA ABELLA / BARCELONA

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Ante la sencillez, sinceridad y naturalidad que destila nadie diría que, como avisa tímidamente antes de empezar, las entrevistas le ponen nervioso. Aunque es comprensible ante la desnudez vital que Felipe Almendros (Badalona, 1976) desvela en su autobiográfico R.I.P. (Reservoir Books), un original cómic sin viñetas, alejado de los cánones del género, repleto de metáforas y símbolos (también de comicidad) donde viaja a lo más hondo, y trágico, de su conciencia, mostrando miedos y traumas. 

«Lo que viví fue muy fuerte, por eso lo explico en el cómic. Me sirvió de terapia. Justo cuando estaba fatal, con agorafobia y depresión, me llegaron dos noticias brutales: la muerte de mi padre y la enfermedad de mi hermana [que necesitó su médula para curar la leucemia]. Ayudarla a ella, me ayudó a mí. Al salvar su vida pensé que tampoco debo ser tan poca cosa, ¿no?», dice este artista al que el dibujo y el tratamiento le han ayudado a superarlo. 

«El libro es una metáfora sobre la muerte de mi padre y la posible muerte de mi hermana, y el viaje a mi conciencia sirve para convertir la muerte en vida», añade. Y en ese viaje, donde salen «los diferentes yos que tenía perdidos» en su cabeza, que recuerdan al yo, el superyo y el ello freudianos, va encontrando personajes, «amigos y conocidos», cuyos diálogos le hacen descubrir cuál es su «problema», su «mayor carencia»: «Mi padre, el no haberme sentido nunca orgulloso de él». 

Para solucionarlo creó R.I.P. y lo firmó con el nombre de su padre, Alfonso Almendros, como si lo hubiera hecho él. «Eso me ha hecho sentir que mi padre hizo algo en la vida. Me engaño pero me hace bien estar orgulloso de él así». 

Uno de sus yos acompaña al padre muerto e intenta responder a preguntas que quedaron sin respuesta. «Reflejo cómo mi familia ha afectado a mi carácter. Ahí están los miedos y depresiones de mi madre a causa de mi padre, que cuando estaba en casa es como si no estuviera, no trabajaba... Alguna vez le pegó, luego se fue de casa». 

«La gente cuando está muy mal se agarra a un clavo ardiendo y puede seguir los consejos de cualquiera, como un curandero. A mí me ayuda mi hermana, ¿quién mejor que la persona más cercana?», reflexiona. Por eso en el cómic hay un curandero de discutible terapia: «Me inspiré en una entrevista a Jodorowsky, donde para superar la ausencia del padre ¡recomienda pedirle a alguien que para ti sea una figura paterna que te coja de los testículos para infundirte su virilidad! Qué idiotez. Es supervergonzoso y a la vez supercómico y me sirvió como hilo narrativo». 

Y hablando de figuras paternas, Almendros, «superfán del Barça», lanza un guiño a «Pep», Guardiola, y «a su coherencia, al discurso que como hijo puedes necesitar. Es como un padre de la tele, que te dice que el talento no sirve de nada sino trabajas y te esfuerzas cada día». 

COMO UN CUADRO

Almendros, cuyo estilo «funciona a nivel visual como un cuadro, con un fondo blanco donde las cosas y los personajes pequeñitos parecen flotar», abandonó los estudios de ilustración porque se aburría. Para él, contento con su plaza en Correos, «dibujar es una distracción, no un trabajo». Y acostumbrado a vivir en su «burbuja», su «micromundo», sin mucha vida social, afirma no sentirse cómodo en el mundo del cómic. «No he sido nunca lector de cómic, ni me identifico con ese mundo. Supongo que porque no me gusta sentir que formo parte de un grupo. Cuando me siento implicado en algo me da miedo y necesito salir. Prefiero seguir mi propio camino». R.I.P es su tercer cómic.