Los estrenos de la semana

El fin del mundo, según Lars von Trier

El director ofrece en 'Melancolía' un arrebatado y bellísimo drama

QUIM CASAS

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Melancolía no es solo un estado de ánimo en la película de Lars von Trier; es también el nombre del planeta que amenaza con chocar con la Tierra y destruirla por completo. Bajo esa amenaza se desarrollan dos historias consecutivas de las que participan unos mismos personajes. En la primera asistimos a una fiesta nupcial que acaba de manera desastrosa: Von Trier es fiel a sí mismo, pero esta parte tiene bastante de Celebración, de Tomas Vinterberg, otro de los títulos fundacionales del movimiento Dogma 95.

Kirsten Dunst, la novia eterna de Spider-Man en versión de Sam Raimi, pero también la María Antonieta posmoderna del filme de Sofia Coppola, es la protagonista de este primer segmento. La fastuosa fiesta se desarrolla en casa de su hermana (Charlotte Gainsbourg demostrando que puede con todo: es su segunda colaboración con Von Trier tras Anticristo) y el marido de esta (Kiefer Sutherland, buscando su lugar en el mundo una vez concluyeron las trágicas andanzas de Jack Bauer en 24). Von Trier desarrolla su proverbial mala uva contra ceremonias, instituciones y burguesías.

En la segunda parte, el protagonismo se desplaza de Kirsten a Charlotte, aunque todo resulta muy coherente: la amenaza del devastador planeta Melancolía saca a la luz los aspectos más recónditos de los personajes mientras la civilización, tal como la entendemos, se prepara para la destrucción. Von Trier en estado puro, vamos. Como lo fueron sus polémicas declaraciones pronazis en el festival de Cannes, donde Melancolía se presentó a concurso. Ni las tonterías verbales de Von Trier hicieron sombra al estupendo trabajo de Kirsten Dunst, recompensado con el premio a la mejor actriz.

El director danés podría haberse callado, pero las imágenes que elabora hablan por si solas: el prólogo del filme, una sucesión de planos cuyo movimiento es casi imperceptible, de suntuosa y a la vez aterradora belleza, expresan mejor que ninguna otra cosa su capacidad como aladid del cine moderno más allá de opiniones a contratiempo y dogmas fatuos. Melancolía puede ser una película descompensada, pero propone tantas cosas que es difícil no dejarse subyugar por ella aunque solo sea la mitad del tiempo de metraje.

TERROR DE SERIE B / No se puede decir lo mismo de algunos de los productos norteamericanos que se estrenan hoy. Tiburón 3D: La presa, por ejemplo, es un discreto filme de terror de serie B con escualos asesinos cebándose en pobres universitarios en un remoto lago de Louisiana. Footloose emprende la revisión del filme del mismo título realizado en 1984, una evidente muestra de musical-hortera con ínfulas más o menos sociales: en una reprimida localidad sureña, la música y el baile se convierten en signos de desafío y rebeldía contras las normas. Muy original no resulta.

Tampoco lo es Un golpe de altura, cuya supuesta efectividad radica en la colisión entre dos comediantes de muy distinto estilo, Ben Stiller y Eddie Murphy, dirigidos por un experto en estas lides, Brett Ratner, que ya hizo algo parecido emparejando a Chris Tucker y Jackie Chan en las tres entregas de Hora punta.

Detrás de las paredes, rodada en Hollywood por el irlandés Jim Sheridan (Mi pie izquierdo) luce mejor reparto -Daniel Craig, Naomi Watts y Rachel Weisz-- pero se desarrolla como una esquemática historia de suspense ambientada en una casa donde en el pasado fueron asesinados una mujer y sus hijos. Tampoco apunta maneras demasiado innovadoras.

El director y actor italiano Nanni Moretti retrata a su modo incisivo y tragicómico las derivas angustiantes de un cardenal (Michel Piccoli) después de ser escogido papa en Habemus papam; mientras que el catalán Carles Caparrós habla en el documental  Els oblidats dels oblidats de la memoria fracturada de los enfermos mentales de África que son regularmente abandonados o maltratados por sus propios familiares.