La británica 'Kill list' desconcierta en la sección oficial

Sorprendente, por imprevisible, brutal y chalada, es la película británica Kill list, la entrada más interesante de la sección oficial a competición de ayer. Dirigida por Ben Wheatley, explica de una forma totalmente inesperada la historia de un exsoldado reconvertido en asesino a sueldo. Arranca como un thriller escurridizo y desconcertante (tono impreciso, cabos sueltos, pistas raras), deriva en un contundente estallido de violencia y desemboca en una fiesta para los fans del cine de género: delirio, brutalidad y locura.

Sin ser redonda, también es curiosa Red State, en la que el ya veterano Kevin Smith flirtea con el terror de corte realista. También autor del guión, el director de Clerks (1994) y Mallrats (1995) no mantiene el ritmo y la tensión de su propuesta, centrada en unos chavales que caen en manos de una secta de fanáticos religiosos. Pero, aun así, Red State destaca por su potente descripción de personajes, su afiladísimo humor negro y alguna escena de terror contundente.

ISHIGURO EN LA SOMBRA / La tercera pieza a concurso fue Womb, coproducción entre Alemania, Francia y Hungría. Dirigida por el húngaro Benedek Fliegauf, pasa perfectamente por una adaptación libre, descarada e inconfesa de la novela de Kazuo Ishiguro Nunca me abandones. Apunta ideas interesantes, pero nunca llega a disparar y se resiente de una estética de la desolación excesivamente forzada.