Análisis

Algo parecido al amor

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XAVI CIURANS
CANTANTE DE GERTRUDIS

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Resulta difícil pensar que un cantante relacionado con la movida mestiza de Barcelona, rumbero dicharachero, joven saltimbanqui de la escena catalana como yo, pueda o tenga algo que decir sobre el grupo Sopa de Cabra. ¡Pues sí! Yo también fui víctima, con todas sus consecuencias, del rock catalán.

El Ben endins de Sopa y el Calla i balla de Els Pets eran mi Biblia. A los 8 años hacía tratos con mis padres para que me dejaran, después de estudiar una horita la lección de ciencias sociales, media hora para aprenderme las letras del disco en directo de los Sopa. ¿Y esto para qué te va a servir?, preguntaba mi padre con alguna palabra mal sonante de coletilla. Yo lo tenía clarísimo. Esto servía, en su inmediatez, para poder ligar con las niñas durante el recreo o las bien aprovechadas excursiones.

Saberte la canción y cantarla con acento catalán de Girona era jugar a tiro seguro con las patriotas de ese momento. ¿Quién hizo a quién? ¿El músico a las mujeres o las mujeres al músico? En mi caso sería injusto decir que toco porque Dios me ha dado un don o porque venga de una tradición familiar que no me dejaba otra salida. ¡Toco por y para las mujeres! Son las únicas que te saben devolver una sonrisa con algo más que un agradecimiento como respuesta.

Sin salirme del tema, tengo que explicar que Si et quedes amb mi fue una canción que trascendió el límite del simple ligoteo para pasar a ser un himno dentro mis entrañas. Sí, me enamoré. Me enamoré en una excursión que hicimos a Parets, pueblo que está a 20 kilómetros del mío pero que entonces me parecía la otra punta del país. La chica se llamaba Mireia, con la que solo compartí una simple pero imperecedera cogida de manos. Luego desapareció. Desapareció ella, pero no algo parecido al amor. Me prometí que cuando fuera cantante de un grupo y fuera a su pueblo cantaría esa canción y ella vendría a mis brazos. Bien… de la promesa solo se cumplió mi actual profesión, pero de ella, ni rastro.

Seguramente a los Sopa de Cabra les debo mi profesión y, por qué no decirlo, mis primeros morreos interminables en los posteriores campamentos de verano. ¡Gracias Sopa!