Nueva etapa de un joven talento de la escena catalana

Los fantasmas de Julio Manrique

El director debuta al frente del Romea y como autor con la comedia 'Llum de guàrdia'

Imagen de 'Llum de guàrdia', una comedia que coquetea con el terror.

Imagen de 'Llum de guàrdia', una comedia que coquetea con el terror.

IMMA FERNÁNDEZ
BARCELONA

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Arde el Romea y, entre las cenizas, merodea el fantasma de Margarida Xirgu. Así inicia Julio Manrique su Llum de guàrdia, el montaje que abrirá la temporada del teatro del Raval el 6 de septiembre (el estreno oficial es el día 14). Será su debut al frente de la dirección artística de la histórica sala en sustitución de Calixto Bieito. Un estreno incendiario. Le prende fuego a su nueva casa y rescata el espectro de la gran Xirgu que, según cuenta la leyenda y certifican algunos veteranos del lugar, habita entre las paredes que la acogieron a principios del siglo XX.

Manrique no cree en los fantasmas. «Nunca he hablado con la Xirgu -bromea- ni he tenido esas experiencias cuánticas y sensoriales, pero respeto a los que aseguran tenerlas». La fantasmagórica presencia le proporcionó una buena excusa para disparar la trama argumental. «Quería hablar del teatro, de nuestro oficio, aunque no de manera endogámica sino abriéndolo a otros asuntos para llegar a todo el mundo. Me pareció acertado abrir el Romea refiriéndome a él, convirtiéndolo en un personaje más. Y aunque al principio lo quemamos, el mensaje de fondo es el gran amor que sentimos por este trabajo y por esta sala», justifica Manrique, que luce una tarde de ensayo el lema The art is truth (el arte es verdad) estampado en su camiseta.

TRABAJO EN EQUIPO / «El fuego es purificador. Es la manera de quemar los miedos», agrega un director al que no le asustan los retos. Tras ganarse el reconocimiento de crítica y público con sus adaptaciones de Neil LaBute (La forma de les coses y Coses que dèiem avui) o David Mamet (American Buffalo), ha querido ir más allá. Se ha lanzado a su primera obra de creación -le ha ayudado en la dramaturgia Sergi Pompermayer- rodeado de los actores que le han acompañado en su triunfal periplo. «Quería abrir mi nueva etapa trabajando con ellos. Somos como una seudofamilia. Son mis cómplices».

VIDAS CRUZADAS / En la familia están Cristina Genebat, Mireia Aixalà, Ivan Benet, Oriol Guinart, Xavier Ricart, Marc Rodríguez y Andrew Tarbet. Con ellos y con sus improvisaciones, Manrique y Pompermayer han ido construyendo una historia de vidas cruzadas. En un prólogo se cuenta cómo en la noche del estreno de una obra sobre Xirgu el Romea se incendia. Los actores de la compañía que debía representarla se separan y abandonan las bambalinas. Siete años después la trama explica qué ha sido de sus vidas y los vuelve a reunir.

Llum de guàrdia (el título alude a una luz que se usa en la oscuridad de los bastidores) es una «comedia agridulce con muchos guiños cinematográficos, coqueteos con el terror y un final de cuento». En el fondo es también una historia de fantasmas. De los fantasmas de la psique. «Los que todos arrastramos y nos impiden avanzar en nuestro recorrido», sostiene Manrique. «Todos esos conflictos de nuestro pasado, oportunidades perdidas, errores, miedos... Que debemos asumir y superar para seguir adelante».

Las proyecciones sobre una pantalla y cuatro trastos bien puestos ilustran los distintos espacios escénicos: desde una sala de prensa a una de doblaje, un salón de masajes o un locutorio. Entre los personajes figuran un cineasta americano del género del terror, un actor en barrena que maldice su oficio y una actriz sordomuda (Mireia Aixalà, que ya echó mano al lenguaje de los signos en Coses que dèiem avui y aquí hace dos papeles). Hay también un friki del cine fantástico y el esoterismo que conduce un espacio radiofónico nocturno. Oriol Guinart se mete en su pellejo. «No hay que tener miedo de los muertos sino de los vivos», suelta en la ficción. En la realidad, el actor tampoco cree en las presencias espectrales pero se une al criterio científico de que los seres humanos somos energía. «Y la energía ni se crea ni se destruye, o sea que cuando morimos esa energía queda».

Entre el equipo de Llum de guàrdia fluye la energía positiva. Guinart agradece la «empatía y la confianza absoluta» que les brinda Manrique. «En esta obra, al no tener un material de cojín como en las anteriores, teníamos más inseguridades. Pero Manrique, además de ser un director brillante, es uno de los mejores actores del país y eso es fundamental para entendernos y ponerse en nuestro lugar». El nuevo responsable artístico del Romea no tiene intención de apearse de las tablas. Esta temporada lo veremos de nuevo a las órdenes de Oriol Broggi, que ya guió su torturado destino en Hamlet. Allí también se las vio con un fantasma -su padre- y salió triunfante.