«Busco a los mejores»

Acumula unas cuantas vidas artísticas, y su secreto es no haberse acomodado nunca en ninguna de ellas. Quincy Jones, el cómplice de Dizzie Gillespie y Lionel Hampton, el arreglista de Ray Charles y Frank Sinatra, el autor de bandas sonoras como la deEl color púrpura, el productor que convirtió a Michael Jackson en estrella, el inventor del himno humanitario por excelencia,We are the world, está entre nosotros. Hoy (22.00 horas) subirá al escenario del Festival de Peralada.

Quincy Jones & The Global Gumbo All Stars es un recital heterodoxo que solo ha recalado en dos plazas europeas, Montreaux y Peralada. Su protagonista, de 78 años, no toca ahí ningún instrumento (tuvo que dejar el saxofón tras sufrir dos aneurismas hace décadas), y su rol es presentar y dirigir a los músicos que arropa, jóvenes instrumentistas de todo el mundo (entre ellos, la tierna pianista Emily Bear, de nueve años), convencido de que el descubrimiento de talentos es su definitiva misión sobre la tierra.

«Llevo 60 años buscando músicos por todas partes. Emily es estadounidense; Lionel Loueke, de Benín; Omar Bashir, de Irán... Busco a los mejores», explica un cordialQ(como le bautizó Sinatra) por vía telefónica. Además de los ocho músicos fijos del concierto, intervendrán en Peralada el excantante de Ketama, Antonio Carmona, y la vocalista, saxofonista y trompetista de 16 años Andrea Motis, un talento emergente surgido de la Sant Andreu Jazz Band. «Será catalana, pero su voz es la de Billie Holiday, y su trompeta, la de Louis Armstrong», piropea Jones sin rodeos.

Gumbo debe su nombre a una potente sopa muy popular en Nueva Orleans. «Puede mezclar cebolla, gambas, ajo, espárragos..., y el resultado es fabuloso. Con este concierto busco lo mismo. Cada noche es distinta. Hay jazz, pop, música clásica, española...», explica Jones, que se confiesa fan de Carmen Amaya. ¿No teme que a esos músicos tan jóvenes su presencia les resulte intimidante? «¡No! Yo también comencé muy joven y los músicos adultos fueron muy atentos conmigo, y ahora yo hago lo mismo. Todo es natural».

Muy pocos artistas pueden proclamar (con credibilidad) que las etiquetas de los géneros musicales son irrelevantes. Quincy Jones, que con su talento las ha trascendido, es uno de ellos. «Solo hay 12 notas. Todo sale de allí, y luego hay buena y mala música. Me lo enseñó Nadia Boulanger». En esa primera categoría, la de la buena música, están sus arreglos para Sinatra. «Nos conocimos en 1958, en el Sporting Club de Montecarlo, en un concierto para la princesa Grace. Cuatro años después me pidió si podía hacerle los arreglos de una canción de Bart Howard (Fly me to the moon) y otras más, para grabarlas con Count Basie. Me pidió si podía ir a Hawai a verle y no me lo pensé», relata. «Trabajar con él era como estar en el cielo. Decía: haz como si cada día fuera el último de tu vida, ¡llegará un día en que tendrás razón!».

De la bossa nova a 'Thriller'

En aquellos años encontró nuevos estímulos miles de kilómetros al sur. «Viajé a Brasil en 1956 o 1957 y conocí a todos los talentos que luego crearon la bossa nova. Jobim, Vinicius, Joao Gilberto y Astrud Gilberto... La música brasileña, como la cubana, es música africana, ¡y música planetaria!», explica el autor de Big band bossa nova(1962).

En otra de sus vidas le vemos tutelando a Michael Jackson en Off the wall, ThrilleryBad. «Con él hubo amor y confianza. La mejor manera de recordarlo es escuchando sus discos. Lo resumen todo. Su música sigue escuchándose desde China al Brasil, y eso para mí es muy agradable. Es el poder de la música: llegar al alma de la gente. El agua y la música serán las dos últimas cosas que quedarán en la tierra».

Y en Peralada, ¿a qué Quincy Jones veremos? «Todo estará ahí, sobre el escenario. El repertorio lo decidiremos al final, pero, sea lo que sea lo que suene, seguro que será estupendo. Se lo prometo».