entrevista con el Escritor

Juan Villoro: «Un seísmo te lleva a pasar tu vida a limpio»

El autor mexicano vivió el terremoto de Chile en el 2010. Lo cuenta en la crónica '8.8: el miedo en el espejo' (Candaya)

«Un seísmo te lleva a pasar tu vida a limpio»_MEDIA_1

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ELENA HEVIA
BARCELONA

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-Un mexicano sabe bien qué son los movimientos telúricos. ¿Qué añadió el seísmo de Chile a esa experiencia?

-Siete décimas. El terremoto más devastador de mi vida, el de 1985 en Ciudad de México, fue de 8,1. El de Chile tuvo una intensidad de 8,8. Esas siete décimas exponencialmente hicieron el temblor 40 veces más potente. Yo nunca había visto que la materia se desdibujara, que el mármol se agrietara...

-¿Sintió que aquello era el fin?

-Yo no sabía que la arquitectura chilena es una forma del milagro que lo resiste todo y con una extraordinaria honestidad de construcción. Desde luego, pensé que no sobreviviría.

-Esos siete minutos interminables le pillaron de noche y en la cama. Más vulnerable, si cabe, al miedo.

-Estaba junto a muchos de mis colegas escritores en Santiago de Chile, en un congreso de literatura infantil, y precisamente en los días anteriores habíamos hablado de la función creativa del miedo en los cuentos, con sus ogros, sus monstruos y brujas, y en la deliciosa manera de superarlo con su final feliz.

-¿El seísmo tuvo algo de lección?

Normalmente, asociamos la madurez con la posibilidad de aceptar el miedo. Y sin embargo el terremoto nos enseñó lo frágiles y vulnerables que somos en un proceso de desnudez. Primero caen las paredes de los edificios y luego las de las personas. La gente entonces empieza a sincerarse. Como no podíamos salir de Santiago nos quedamos en una especie de terapia de grupo o de taller narrativo. Los cataclismos te vuelven elocuente.

-¿Cuánto tardó en trasladar esa historia y esas reflexiones al papel?

-Tomé notas casi in situ pero me costó volver a la rutina porque es difícil abandonar el estado de emergencia de un acontecimiento así.

-El resultado, casi un cuento con final feliz, elude la tragedia.

-Ni catastrofista ni victimista, esta es una reflexión agradecida ante una segunda oportunidad. Un seísmo te lleva a pasar tu vida a limpio.

-Es curioso que despertara en usted un pensamiento nada racional.

-Bueno, yo soy bastante supersticioso, pero algo así te obliga a pensar en cosas en las que normalmente no crees. Un terremoto te agita y percibes la realidad de otra manera. Si antes del seísmo me hubieran dicho que alguien tenía dotes adivinatorias hubiera pensado que se trataba de un charlatán. Y eso también es interesante. Yo quería hablar desde la credulidad de un grupo de gente que, de repente, se descubre, como no suele verse normalmente: en pijama.

-El pijama es todo un símbolo en su libro.

-Sí, el pijama es el uniforme de la inocencia, la ropa que te pones para confiarte al sueño, donde las cosas se articulan como cuentos de hadas.

-¿Y se ha vuelto más crédulo después de esto?

-Ordenar el caos es una necesidad de la vida y muchas veces para hacerlo acudimos al pensamiento mágico. Pero, bueno, tampoco quiero sentir que percibo más de la cuenta porque si no me volvería loco. Y sería preocupante.

-Las concomitancias con el 11-S están ahí.

-Aquello fue un ataque terrorista, una mezcla de accidente y tecnología. Pero sí, supuso un antes y un después. El seísmo nos mostró que vivimos en un estado de dopaje tecnológico, tenemos tantas prótesis que prácticamente no concebimos la vida sin ellas. Pero, ¿qué sucede cuando hay un apagón integral y todos los aparatos se descomponen?

-La Tierra recuerda entonces algo esencial.

-Recuerda que no lo podemos controlar todo.