interferencias

Alfredo, uno de los nuestros

JOAN Ollé

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Nació en el republicano 34 y se nos ha ido a los 77. Con su padre y sus hijos,Alfredo-nombre italiano, no español- siempre alternó la lengua deGramscicon la de MossènCinto.Ser comunista no le impidio ejercer de dandi y peinarse los bigotes a loDalí,como de daguerrotipo.

DonLucchettifuepadre padrone de una extensa saga (Francesc, Lurdes, Pepe, Tito, Maria, Mònica, Quique...) que hizo del teatro su forma de ser.

Pasó de químico a cómico. Cuando la empresa americana en la que trabajaba le propuso qué lengua quería aprender él no dudó un solo instante: el ruso. Parece ser que, cargo destacado de Aiscondel, practicó en más de una ocasión el chivatazo con los sindicatos. Le echaron definitivamente a la calle cuando un vídeo casero evidenció que un tipo que se asemejaba prodigiosamente a él regentaba en la Festa de l'Unità del PCI un chiringuito en el que se servían «tortillas españolas hechas con los huevos deFranco».

En Sant Pere de Vilamajor tenía, conFrancina,su casa y la de los suyos con los que compartia, en palabras deLéo Ferré,«le pain de l'amitié». Y el vino.Ovidi Montllor, junto al que representóFleca Rigol, digueu?, fue casi tan hermano suyo comoTono, el político.

¿FueAlfredun gran actor? Imprescindible, como el contrabajo en la orquesta. Uno de sus últimos grandes papeles fueEl verdugo,adaptación teatral de la grandísima película deBerlanga.¿Un bolchevique interpretando a un matarife franquista? He aquí, señoras y señores, la grandeza del teatro.