Análisis

Temblores en la cultura

Aspecto de la exposición La Trieste de Magris, del CCCB.

Aspecto de la exposición La Trieste de Magris, del CCCB.

Lluís Cabrera SánchezPRESIDENTE DE LA FUNDACIÓ TALLER DE MÚSICS

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Hijos que quieren y necesitan matar al padre, primos que no son primos ni hermanos, convocatorias, meneos, tambores, manifiestos a favor de la excepción cultural, 13 gremios que agitan el bote y proclaman que no recorten la cultura. Si todo es cultura, digamos que no recorten nada, que hay quien prefiere que le hieran un dedo si con ese gesto salva lo que no tiene salvación.

Cultura desde la iniciativa pública, la de todos, aunque no todos disfrutan con la misma asiduidad. Y la otra cultura, la que empuja desde la empresa privada, la que reivindica su espacio, ya que no todo pasa por el animal público, porque hay más animales en las otras esferas. Lo que necesitamos es público que vaya y adquiera la entrada, entradas llenas de acomodadores que no saben a quién acompañar.

Las empresas culturales de titularidad privada, a la búsqueda de cursos específicos para que sus directivos estén a la altura para poder administrar escasos recursos. La iniciativa social que exige su sitio en el tercer sector, en el primero y en el segundo. Universidades que forman a gestores culturales que no encontrarán trabajo ni en la pública ni en la privada porque hoy el trabajo lo genera uno mismo. Vienen tiempos convulsos, donde los destellos tendrán que aparecer bajo el caparazón de la sobriedad.

Traspaso de dirigentes, consorcios, conciertos, contenedores y consortes que son intercambiables. No recorten la cultura, porque si así se hiciera, también habría que achicar las nóminas de algunas poltronas que se concedieron y ya no hay nadie que sepa decirles que no. El Conca, que grita pancarta en mano para que trasladen su sede a la Conca de Barberà, territorio alejado del poder político, parlamentario y económico. Arterias culturales al borde del infarto por haberse atrevido a revitalizar el Paral.lel de la ciudad condal, faena harto estresante por estar cercano a los palacios donde reinan las ferias y los congresos. A la deriva vamos si seguimos en la bronca coyuntural en vez de fundamentar el debate en cuestiones estructurales.

Por lo menos, dos amenazas nos atenazan: el corto plazo y el qué hay de lo mío. Todos corremos para ver quién llega antes, pero desconocemos hacia dónde nos dirigimos. Cultura, la dichosa cultura. Creatividad, bendita seas. Arte escénico, eso es lo importante, disponer de buenas herramientas para producir óperas, óperas primas y óperas de los hermanos, que no es lo mismo ser un hermano que ser un primo.

Me falta nervio y enjundia, cualidades necesarias para asistir a la manifestación del 21 de marzo en la plaza de los Àngels de Barcelona, la que acoge al Macba y al FAD. Hasta ese día estaré leyendo y analizando el manifiesto a favor de la excepción cultural, el que ha redactado y hecho público con buen tino el Cercle de Cultura. Si algo tenemos la gente de la cultura es que somos la excepción que confirma la regla; iguales y diferentes a la vez. Queremos una regla, una vara de medir y un rasero en la cercanía de las brasas donde calentarnos.