LA BRIGADA DEL PATRIMONIO HISTÓRICO DIFUNDE LA LISTA DE LOS CUADROS MÁS BUSCADOS

Tras la pista del arte robado

Picasso, Van Gogh y Rembrandt firman las obras que la policía persigue con más ahínco

'UNA MANO DEL RETRATO DEL ARZOBISPO FERNANDO VALDÉS' (  Con la firma de Velázquez.

'UNA MANO DEL RETRATO DEL ARZOBISPO FERNANDO VALDÉS' ( Con la firma de Velázquez.

NATÀLIA FARRÉ
BARCELONA

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Uno de los robos más importantes y misteriosos de arte producido en España tuvo lugar en 1989, en el Palacio Real de Madrid, y en el botín que se llevaron los ladrones figuraban dos lienzos de Velázquez, uno de Bayeu y otro de Carreño Miranda. Del primero sustrajeron Cabeza de dama y Una mano del retrato del arzobispo Fernando Valdés. Este último tiene la peculiaridad de que es una de las pocas telas que llevan la rúbrica del pintor, ya que Velázquz no solía firmar sus obras. De Bayeu desapareció San Carlos Borromeo, y de Carreño Miranda, el óleo Busto de dama de época de Carlos II . En total 285 millones de las pesetas de entonces.

La importancia del robo es obvia y su misterio radica en lo inexplicable de la acción. Las piezas estaban depositadas en una sala cerrada al público en cuya entrada no se encontró ningún indicio de violencia; los vigilantes no vieron nada sospechoso y, además, el Palacio Real contaba con un sistema de seguridad automático de detección de intrusos que no registró ningún movimiento. Así pues, ¿cómo ocurrió? Nadie lo sabe, pero lo que sí se sabe es que las cuatro piezas siguen en paradero desconocido y que figuran en la lista de las más buscadas por la Brigada de Patrimonio Histórico de la Policía Nacional que ayer difundió las imágenes para ayudar a su localización (www.youtube.com/policia). Porque, aunque hayan pasado más de 20 años, «no caen en el olvido» y «están siempre presentes», afirman los responsables de la Brigada.

Junto a las obras robadas del Palacio Real, entre las más buscadas también figuran las piezas sustraídas en uno de los golpe más espectaculares de la historia, el que tuvo lugar en 1990 en el Museo Isabella Stewart Gardner de Boston. En la madrugada del 18 de marzo, dos individuos disfrazados de policías accedieron al museo, amordazaron a los vigilantes y durante 81 minutos se pasearon por las salas eligiendo el botín: 11 piezas con un valor de 250 millones de euros, entre ellas Tormenta en el mar de Galilea, de Rembrandt, y El concierto, de Vermeer.

Más reciente y también importante, con un valor de 100 millones de euros, fue el robo que se produjo el pasado mes de agosto en el Museo de Arte Moderno de París. De allí desaparecieron Le pigeon aux petits pois, de Picasso; La pastorale, de Matisse; L'olivier près de l'Estaque, de Braque; La feme à l'éventail, de Modigliani; y Nature morte aux chandeliers, de Léger. Y el mismo mes fue robado, en El Cairo, Brooms and red poppies, de Van Gogh, valorado en 40 millones de euros. Este, junto con Auvers sur oise, de Cézanne; View of the sea at Scheveningen, de Van Gogh; Lady with a hat, de Toulouse Lautrec; y El santero de la cofradía, de Sorolla, completan la lista de los más buscados por la Brigada de Patrimonio Histórico, que en el 2007 fue galardonada con la Medalla de Oro de las Bellas Artes.

La Gioconda

Al contrario de lo que pueda parecer, la popularidad de estas obras es un obstáculo para su recuperación. Si los ladrones no son profesionales, pueden llegar a destruirlas por la imposibilidad de colocarlas en el mercado. Si conocen el tema, las dejan dormir, «tardan mucho en salir a la luz», apuntan desde la Brigada. Pero no hay que desfallecer: no hay ningún cuadro más popular que La Gioconda y esta apareció dos años después de ser robada del Louvre, en 1911.