El Indiana de Montserrat

Eran los primeros años del siglo XX y el padre Bonaventura Ubach (Barcelona, 1879 - Montserrat, 1960) recorría medio Oriente buscando, cual Indiana Jones nostrat, piezas para nutrir el museo bíblico del monasterio de Montserrat, ya fueran momias egipcias o túnicas coptas. Dejando el hábito de monje en casa y armado de una brújula, una caja para recoger animales y hierbas, y una Kodak, y preparado con sus conocimientos de árabe y siríaco, discutió de religión y tomó el té con beduinos, sintió en el cuello la daga de un bandolero y quedó fascinado por las ideas de los Adoradores del Diablo.

Erudito y sabio, tolerante y de mente abierta a otras culturas y, sobre todo, humilde y sencillo, Ubach, toda una leyenda en Montserrat, es casi desconocido por la mayoría de mortales pero era cuestión de tiempo que su insólita figura y sus aventuras fueran carne de novela. Así lo percibió Martí Gironell, autor del superventas El pont dels jueus, quien acaba de publicar en catalán L'argueòleg (Columna, en castellano saldrá a partir de marzo en Suma), donde «reivindica» a un personaje que considera «fascinante» y que descubrió tras leer un artículo en este diario sobre la momia que Ubach adquirió para el museo.

«Como reza el subtítulo del libro, De Montserrat a Terra Santa perseguint un somni, el padre Ubach usa sus dotes de persuasión para convencer al abad de que le deje ir a contrastar las Sagradas Escrituras con los escenarios reales con el objetivo de hacer la Biblia en catalán y de paso ir recogiendo piezas para el museo del monasterio», explica Gironell.

De El Cairo al Irak de 1910, pasando por el Sinaí, Petra y Jerusalén, el padre Ubach viaja tras los pasos de Moisés y Abraham acompañado del monje belga Joseph Vandervorst, un personaje real que en la ficción sufre una crisis de vocación tras contemplar embelesado los sensuales contorneos de una bailarina beduina.

El autor se sirve de la ficción para unificar en la novela los dos grandes viajes de Ubach, de los que dejó testimonio en dos libros: El Sinaí. Viatge per l'Aràbia Petrea, de 1913, y Dietari d'un viatge per les regions de l'Iraq. 1922-23 (editado hace solo un año por Publicacions de l'Abadia de Montserrat). Ambos volúmenes han servido de documentación a Gironell, quien además ha obtenido el testimonio del padre Pius Tragan, que fue discípulo de Ubach y es el continuador de su labor en el museo, una institución que celebrará su centenario en el 2011 con una exposición en Barcelona con las obras más representativas que trajo Ubach.

En él se guardan por ejemplo tres túnicas coptas que se cuelan en la trama novelesca -«una de un hombre, otra de mujer y otra de un niño, halladas en un barrio egipcio bajo una iglesia donde la tradición dice que se alojó la Sagrada Familia»-. La novela, además de estar condimentada con «leyendas beduinas, parábolas o historias casi de las mil y una noches», cuenta con artistas invitados como el joven Thomas Edward Lawrence (futuro Lawrence de Arabia).

Muchos guiños a la Biblia

El libro, puntualiza Gironell, es «una novela de viajes y aventuras, con muchos guiños a la Biblia, que muestra a un personaje con muchas caras. Descubres al monje, al antropólogo, al arqueólogo, al sociólogo, al hombre que tiene curiosidad por adquirir conocimiento y compartirlo».

Para el autor de El pont dels jueus, del padre Ubach «sorprende su absoluto respeto por los demás y por las otras religiones y también su obsesión por ir contra los saqueadores de tumbas y expoliadores y contra las expediciones arqueológicas británicas o francesas que se llevaron tantos tesoros». «Ubach, en cambio -añade-, catalogaba e inventariaba todo lo que compraba, todo tenía su recibo. Tenía claro que su obra, su sueño, le sobreviviría y no quería que nunca nadie pudiera acusar a Montserrat como institución de expoliar, saquear o robar. Era un abanderado».