LA OBRA DE CULTO DE UNA GRAN FIGURA DEL EXILIO

Max Aub juega a las cartas

Un artista inclasificable 8 Max Aub, en México, en una foto fechada en el año 1972, poco antes de su muerte.

Un artista inclasificable 8 Max Aub, en México, en una foto fechada en el año 1972, poco antes de su muerte.

ELENA HEVIA / Barcelona

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Aunque Max Aub (París, 1903-México, 1972) dijo aquello de que «uno es de donde estudia el bachillerato», los problemas de identidad siempre acompañaron al escritor. Hijo de alemán y de judía francesa, llegó a Valencia con 12 años (momento en el que adoptó el castellano como propio, más tarde habló el catalán con corrección), y la guerra civil le llevó a convertirse en una de las grandes figuras del exilio español en México. Siempre fue difícil catalogarle.

Pese a las turbulencias de su vida (estancia en campo de concentración de Argelers incluida), este miembro de la Generación del 27 siempre tuvo un lúdico sentido del humor. Pero en ninguna otra obra se hace tan evidente como enJuego de cartas,un legendario artefacto literario publicado originalmente en la capital mexicana en 1964 que con los años se convirtió en la gran rareza de un autor fascinado por la vanguardia que, pese a la amenidad de su prosa, siempre se situó en los márgenes.

Juego de cartas,que ahora reedita la editorial granadina Cuadernos del vigía, es una baraja de naipes de tamaño superior al normal, con el anverso dibujado por elfamosopintor cubista y compañero de Picasso, Jusep Torres Campalans (en realidad, un heterónimo, un personaje inventado por Aub, quien cinco años antes había escrito su supuesta biografía) y en el reverso de cada naipe, hasta un total de 108 -en algún caso 106-, una serie de cartas (es decir, de epístolas) a distintos destinatarios, cada una con un argumento secreto que gira en torno a un personaje llamado Máximo Ballesteros (otro heterónimo del autor) que acaba de morir y que se convierte en el gran enigma del juego, aunque ese juego (es fácil de adivinar), imposible de jugar, sea solo un artificio literario.

La escritora Carmen Peire, también hija del exilio, y «maxista»de pro -como ella se define-, ha sido la impulsora de esta edición, que toma como base una baraja original propiedad de la profesora Carmen Valcárcel, gran especialista en el autor deCrímenes ejemplares. «Max Aub concibió estas cartas como felicitaciones de Navidad para los amigos, así que la obra original no tuvo un destino comercial», recuerda Peire.

Artesana y reducida

La baraja mexicana fue editada de forma muy artesanal por otro personaje del exilio, el poeta gallego Alejandro Finisterre, quien entre otras muchas cosas -tan dispares como ser el albacea de León Felipe y bailarín de claqué en la compañía de Celia Gámez- puede ponerse la medalla de haber sido el inventor del futbolín. DelJuego de cartasde los años 60 solo se publicaron 300 copias -que han llegado a alcanzar 6.000 euros en internet- y presentan entre sí algunas variantes, probablemente porque algunos ejemplares fueron pruebas de imprenta.

Tanto el editor de Cuadernos del vigía, Miguel Ángel Arcas, como Peire reivindican el carácter narrativo de la baraja. «Es una novela coral como tantas otras del autor», asegura Arcas. «En ella se puede detectar el factor de la memoria tan determinante en la obra de Aub». Y una broma final del destino, que la hija del autor, Elena, reveló a los editores. «Aub murió cuando se disponía a participar en una timba. Fue un infarto».

Juego de cartases el disparo de salida para el sello granadino de un rescate de los textos más raros y olvidados del autor. «Hemos descubierto -revela Peire- que en la Fundación Max Aub hay todavía mucha obra por publicar. Es el caso de un buen número de Crímenes ejemplaresinéditos que rescataremos como libro el año próximo». Entre los proyectos de la editorial está la edición deEl manuscrito cuervoy del mecanoscrito que dejó sin la revisión final sobre su amigo Luis Buñuel. Una novela que promete.