literatura

Humor irreverente

La literatura cómica consigue acercarse a la religiosidad sin levantar reacciones hostiles

ERNEST ALÓS
BARCELONA

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En las vísperas de la visita de Benedicto XVI a Barcelona, Leo Bassi se paseó por la plaza de Catalunya vestido de payaso, en lo alto de unpapamóvil, para presentar la recuperacion de la novela de Enrique Jardiel PoncelaLa tourneé de Dios. En otros tiempos la cosa hubiese acabado en desorden público. Ahora, con cienfielesaplaudiendo y un libro que se suma a otros muchos que han llegado al público sin gran escándalo. No hace mucho, por ejemplo lasTres vidas de santosyEl asombroso viaje de Pomponio Flato, de Eduardo Mendoza.

«No tenía prevista ninguna reacción, pero fue más bien positiva, incluso en medios y círculos eclesiásticos. Traté el tema con sentido del humor pero de manera respetuosa ylight, procuré no caer en el chiste fácil, y por lo visto lo conseguí», comenta Mendoza, quien recuerda de todas formas que los niveles de tolerancia van por barrios: «Cuando los talibanes hicieron explotar las esculturas de Bamiyán el mundo budista se encogió de espaldas, mientras que con las caricaturas de Mahoma pasó lo que pasó».

El reciente premio Planeta alega que, en todo caso, en su tratamiento de la figura de Jesús «no había ninguna carga de profundidad», ni «buscaba ofender ni halagar», solo «hacer gracia». Parece que el umbral de tolerancia de la Iglesia sea más estricto ante la TV. O quizá los obispos que se han quejado hayan entendido que las esperpénticas imitaciones de Benedicto XVI por el actor Toni Albà en TV-3 van más allá del «hacer gracia». «Todo el mundo es libre de opinar y criticar de la misma manera que soy libre de hacer mis sátiras», responde Albà. En su opinión, «religiones y sentido del humor no suelen ser compatibles porque las religiones más influyentes del mundo, como son el cristianismo, el judaísmo y el islam, no llevan muy bien el tema del sentido del humor». Y tampoco es que les pida más cintura, sino más bien «ir olvidando las religiones hasta su total desaparición».

SIN PROVOCACIÓN / Una actitud muy distinta a la de Joaquín Reyes, el ideólogo deMuchachada nui y que, por cierto, reivindica a Jardiel como un referente «para cualquiera que utilice el absurdo como herramienta». «Como cómicos no solemosutilizarla religión para hacer reír. Nunca hemos tenido vocación de provocar», apunta Reyes, quien se confiese como un creyente al que «la religión, o mejor dicho lo que la rodea» le lleva más bien al «desánimo». Así que parece que el humor, más que desde la autocrítica irónica, encara la religión desde la comedia blanca, la apologética de un Guareschi, traducido hace poco al catalán por la editorial Contravent, o el reventismo anticlerical. Bassi, por cierto, el pasado viernes, hizo el payaso, pero el payaso reflexivo: «El Papa llega vestido de blanco, como símbolo de pureza y perfección. El payaso, en cambio, viste de colores, resbala en un plátano, porque la humanidad está hecha de pequeñas imperfecciones. Por eso el payaso siempre ha ido contra el catolicismo. Porque nosotros, los bufones -proclamó-,

también tenemos una espiritualidad, la de la imperfección». Y es que el humor es una cosa muy seria.