ENTREVISTA CON EL Escritor

Rafael Argullol: " un hombre de acción"

Tras sus libros de estética, narrativa y poesía, Rafael Argullol ofrece un libro totalizador para explicar el mundo y explicarse a sí mismo y al mundo.

«Yo he sido siempre  un hombre de acción»_MEDIA_1

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ELENA HEVIA / Barcelona

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Las 1.200 páginas deVisión desde el fondo del mar (Acantilado) componen la Biblia personal del filósofo y profesor de estética. Pero también es un libro de viajes. Un catálogo de mitos personales. Una memoria autobiográfica. Y un artefacto en el que se entrecruzan muchos géneros y que como elI Chingse puede abrir por cualquier parte para captar al vuelo una reflexión, aunque el autor no recomiende en absoluto esa fórmula.

-Este es un libro para dejar en la mesita de noche. Pero a pesar de ello, requiere un lector un poco avezado.

-No tiene un lenguaje difícil. Además es muy visual. Muchos jóvenes que lo han leído encuentran su fórmula, con esas continuas rupturas de espacio y tiempo, muy adecuada a estos tiempos de globalización.

-¿Cómo encontró el valor para abordar un proyecto tan ambicioso?

-Fue a raíz de la muerte de mi padre. Sentí la necesidad de detener este remolino de vértigo en que se ha convertido nuestra vida cotidiana. Luego me encerré durante seis años a un ritmo de escritura de ocho a nueve horas diarias y empecé a hacer un disciplinado ejercicio de memoria.

-¿Se puede dominar la memoria?

-Normalmente acude a nosotros sin que nos lo propongamos pero cuando hacemos un ejercicio voluntario la aventura resulta increíble. Frente al recuerdo, muchas veces las cosas más triviales adquieren otra luz y te ofrecen más enseñanza que 1.000 manuales de moral. Además, he de decir que tengo una memoria prodigiosa. La heredé de mi madre.

-¿Pero habrá acudido a algún diario?

-Me he apoyado en una treintena de cuadernillos que escribía en mis viajes en los que hacía anotaciones solo aptas para mí mismo.

-No le sabía tan viajero.

-Hace tanto tiempo que me acompaña la etiqueta de filósofo que si no hay más remedio tengo que aceptarla. Pero yo fundamentalmente he sido un hombre de acción y es lo que he intentado explicar.

-Pero, básicamente, le puede la reflexión.

-¿Y qué me dice de los miles de kilómetros que se despliegan en el libro? Aquí también he explicado episodios que prácticamente he mantenido callados durante 30 años, como el tiempo que pasé en la Modelo como preso político. Hablar de eso siempre me había parecido una falta de pudor, una obscenidad.

-¿Qué ha cambiado ahora?

-Creo que ya había transcurrido el tiempo suficiente como para hacerlo y quería que se apreciara que reivindico la rebeldía como algo real. Otra cosa es que reflexivamente me dé cuenta de que la utopía, con demasiada frecuencia, da lugar a consecuencias catastróficas. Si algo no he sido nunca es conformista. Quiero morir con las botas puestas.

-El libro es también una autobiografía. ¿Dónde ha puesto el límite a la hora de contar su vida?

-Con alguna excepción los personajes que están vivos aparecen con otro nombre y los muertos, con el suyo propio. A lo largo del libro no hay un solo cotilleo.

-Pero están sus relaciones sentimentales.

-Incluyo la cuestión amorosa porque la mujer ha sido muy importante para mí. La sexualidad nos sirve para conocernos frente al otro.

-La consideración del otro es el gran tema del libro.

-He intentado reconocerme a través de mi época y de los demás. Yo no puedo renunciar a mi cultura europea, pero la necesidad de contrastar mi propia educación con otra gente es más fuerte que yo.

-Especialmente frente a África y Asia.

-Así es. Una cosa en la que insisto es que cada uno de nosotros potencialmente somos los otros para los demás y esta idea debería propiciar nuestra tolerancia.

-Eso a los europeos parece que nos cuesta mucho.

-Les cuesta a todos. Los primeros antropólogos que empezaron a estudiar las tribus indias de Estados Unidos vieron que la mayoría de las tribus se llamaban a ellos mismos,los hombres onosotros. Creo que todos debemos descolocarnos de esa creencia para volvernos a colocar.