Las reacciones

Una 'cortassa'

PAU VIDAL
ESCRITOR Y LINGüISTA

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¿Qué teníaJoan Solàque no tienen los otros? Dos cosas. Una, la capacidad de unirsenyyrauxa. Dicho de otro modo: el rigor científico y la pasión que arrebata. Se quemaba las cejas como el maestroFabray triscaba por los caminos (materiales y mentales) comoCoromines.Era capaz de pasarse la noche en blanco currando y haciendo currar a los colaboradores (¡Cuántos ha llegado a tener! ¿Acaso esto no significa algo?) y al día siguiente irse al quinto pino a cantar con la coral y no dejar de apuntar cosas en la libretita.

Dos, la capacidad de hacerse escuchar. En este país de filólogos fuera de serie que deben competir con siete millones de aficionados,Solàera de los pocos (quizá el único) que hacía callar a los demás cuando hablaba. No a los demás del gremio, a todos los demás. Porque supo sacudirse de encima el lugar común que quiere que el especialista en lengua sea un viejo casposo, pesado y halitósico que se expresa conquelcoms, debensegursynogensmenysos.No engolaba la voz ni utilizaba un tono solemne. Hablaba sencillo.Clar i solà.

MossènAlcover,que ahora se encontrará con un tipo casi tan inflamado como él (¡que rabia no poder oír los piques que tendrán!), da como ejemplo de la tercera acepción decort(«asamblea legislativa de representantes de un país») un fragmento de la crónica deRamon Muntaner:«Lo rey d'Aragó […] a la ciutat de València ell manà ses corts ajustar, e ajustaren-s'i molt gran gens...». El rey de Bell-lloc ha sido tan generoso con el país que todos hemos terminado siendo sucort.Una auténticacortassa. Una legión de continuadores que seguiremos plantando cara.