Crítica

'Pa negre', de Agustí Villaronga: una película de fantasmas de la guerra

Fantasmas de la guerra Pa negre_MEDIA_1

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N. S.

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Hasta 'Pa Negre', película de 2010, el cine español había dado vueltas con empeño demente alrededor de la guerra civil. Sin embargo, pocas eran hasta la fecha las conclusiones de alcance acerca del acontecimiento más salvaje de la historia reciente de España. Sobre el papel, 'Pa negre' es una aproximación más a los traumáticos efectos del conflicto. Pero no una más, sino otra.

La violencia siempre ha jugado un papel esencial en el cine de Agustí Villaronga. El mundo de Pa negre también está sumergido en ella: la represión, las detenciones y los asesinatos que azotan una aldea catalana en la posguerra enmarcan un relato cuya increíble riqueza atmosférica queda establecida desde la apabullante secuencia inicial: un hombre conduce un carro de caballos por el bosque cuando es atacado y asesinado por una figura enmascarada casi monstruosa. El cuerpo es lanzado al interior del vehículo, donde el hijo del muerto se oculta aterrorizado, y caballo y carro son arrojados por una colina.

Lo que sucede tras ello es, en el fondo, una historia de fantasmas y fantasías infantiles, el proceso a través del cual un niño configura su conciencia -y descubre que todos llevamos dentro un monstruo- en un paisaje moralmente devastado.

Emparentándose con obras como El espíritu de la colmena, El espinazo del diablo y El laberinto del fauno, Pa negre se sitúa en un territorio casi mítico, contaminado de secretos y mentiras, y de las oscuras leyendas que corren por el pueblo y con las que los más pequeños se atemorizan mutuamente.

Por momentos Villaronga se muestra como un narrador algo caótico: suceden demasiadas cosas a la vez que, afortunadamente, no llegan a distraernos de las inquietantes cuestiones que Villaronga plantea acerca de la decencia humana.