entrevista con el Arquitecto

Jordi Badia: "Lo importante es lo que no se construye"

Con su proyecto de Can Framis ganó el Premi Ciutat de Barcelona 2009. Ahora, el edificio opta al FAD y al Europeu de Paisatge

«Lo importante es lo que no se construye»_MEDIA_1

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N. F.
BARCELONA

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-Usted promueve la revolución del vacío. ¿En qué consiste?

-Después de años de una arquitectura basada en la forma, el icono y la imagen es una vía alternativa que piensa en la gente. Lo más importante no es el edificio en sí, sino el espacio que este crea y por lo tanto el vacío. Vacío que puede tener forma de patios interiores, plazas, calles... Los edificios tienen que ser una excusa para modular, generar y construir espacio urbano. Al final, lo importante no es lo que se construye sino lo que no se construye.

-¿Barcelona sigue este modelo?

-Barcelona siempre ha hecho un esfuerzo para situar el espacio público en primer plano, la recuperación de los patios del Eixample o la Rambla del Raval son dos ejemplos. Pero en los últimos años ha habido una deriva hacia un modelo de ciudad más anglosajón, y barrios como el 22@ y el Fòrum han perdido este carácter de calle y plaza que siempre había caracterizado a la ciudad para dar más relieve a lo particular y al edificio.

-Un cambio de paradigma

-Como lo son las torres de altura, antes anecdóticas en Barcelona. Es un cambio de modelo que ha ocurrido en pocos años y sin un debate arquitectónico de por medio. Deberíamos reflexionar sobre el tema y pensar qué queremos. Deberíamos apostar por una ciudad donde la gente se sienta cómoda en la calle.

-Suena a algo totalmente opuesto a la arquitectura iconográfica tan en boga estos últimos años.

-Hasta ahora construíamos escenografías para la ciudad, pero esto ha dejado de tener interés, no solo para los arquitectos sino también para la sociedad. La gente reclama otro tipo de edificios. Estamos viviendo un cambio radical en la arquitectura.

-¿Y hacía dónde se dirige?

-Hay varias direcciones. Una es esta, la que deriva de la gestión del vacío y a la que podríamos llamar arquitectura para la gente que lo que busca es crear espacios para que la vida sea agradable y exista el intercambio.

-¿Es lo que ha hecho en Can Framis?

-El edificio quiere ser un contraste con el resto del 22@, un barrio tecnológico de torres altas, modernas y espectaculares, Can Framis quiere ser todo lo contrario y lo que hace es replegarse sobre su espacio más importante: la plaza de entrada. Es un edificio paradigmático de esta nueva sensibilidad de la sociedad: reutiliza un espacio en desuso, es un museo y está rodeado de un jardín. Esto lo convierte en un ejemplo de lo que podría ser la manera de trabajar de la arquitectura en las ciudades.

-Un jardín que opta al Premi Europeu de Paisatge pero que el Ayuntamiento ha destrozado.

-Fue un error y deberían ser ellos los que explicaran las causas. Aunque parece que en algún momento a Parcs i Jardins le pareció que su aspecto frondoso no era el que tocaba.

-¿Hay que sensibilizar a la Administración en el tema del paisaje?

-Lo que hace falta es más control. Estoy convencido de que lo que ha pasado con Can Framis no hubiera ocurrido hace 10 años, cuando el control político era más directo. Hay otro factor: el menosprecio de los últimos años hacia la figura del arquitecto que se percibía como un ser que vivía en una vitrina y hacia arquitecturas fuera de lugar y de presupuesto. Esto también ha ayudado.

-¿Se han hecho muchos excesos?

-Los arquitectos han hecho lo que les reclamaba la sociedad: edificios símbolo de los que sentirse orgullosos. Pero al final la gente ha acabado creyendo que éramos decoradores de fachadas y no, tenemos una función técnica y social. Deberíamos volver a hacer ciudad.