Escritor y músico

Mathias Malzieu: «El tiempo no diluye el dolor, lo hace llevadero»

Tras arrasar con la 'La mecánica del corazón', Mathias Malzieu exorciza la muerte de su madre en 'La alargada sombra del amor'

«El tiempo no diluye el dolor, lo hace llevadero»_MEDIA_1

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ANNA ABELLA
BARCELONA

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La cautivadora y timburtoniana historia de amor entre Jack y Miss Acacia que bordó en La mecánica del corazón ha vendido en España 150.000 ejemplares en un año. Antes de ella, Mathias Malzieu, vocalista del grupo Dyonisos, había escrito algo muy distinto, mezcla de autobiografía y fantasía. Es La alargada sombra del amor (Reservoir Books), donde el joven Jack es un gigante de 130 años que con su sombra ayuda al escritor a superar la muerte de su madre.

-Las sombras suelen ser siniestras, oscuras. Aquí son curativas.

-Necesitaba encontrar un refugio en lo oscuro, en el dolor, no para evitarlo sino para transformarlo. Esa es la clave de la novela y de mi duelo. Es como Batman. De niño tenía pánico a los murciélagos, cayó en un pozo lleno de ellos y venció al mal porque se enfrentó a su propio miedo.

-¿Por qué Jack es aquí un gigante de cuatro metros y 130 años de edad?

-Es un guiño. Yo soy de complexión pequeña y la idea de tener un gigante que me protegiera me gustaba. Me estaba convirtiendo en adulto a pasos acelerados pero no quería perder la esencia del niño que aún había en mí. El gigante me dice: 'Debes sobreponerte y crecer, quieras o no'. Además Jack es una suma de personajes reales y artistas que me inspiran. Tiene parte de mi novia, de mi padre, de Nick Cave, de Tom Waits...

-¿Porqué buscó los orígenes de Jack tras escribir este libro y alumbró La mecánica del corazón?

-En La mecánica... quería hablar de pasión, amor y de la diferencia, pero aún necesitaba al gigante conmigo para que siguiera ayudándome. La alargada sombra del amor no es una continuación pero el personaje es el mismo. Algún día escribiré el eslabón perdido entre ambos libros.

-¿En su próxima novela, quizá?

-Está casi acabada y de hecho Jack hace una pequeña incursión en ella. No he podido separarme de él. Ayuda a un personaje que huye del cáncer transformándose en pájaro.

-¿Escribir este libro le ayudó a superar la muerte de su madre?

-Yo comparo el perder a una madre con la amputación de un brazo. Puedes aprender a utilizar más el otro, a vivir sin él, a usar una prótesis en lugar del brazo perdido, pero nunca te volverá a crecer, siempre habrá una ausencia. Justo el sábado hablaba con mi hermana porque era el séptimo aniversario de la muerte de mi madre y decíamos que sin duda, hay un antes y un después. El libro me ha ayudado a moverme dentro del vacío que supone el después.

-Da consejos sobre cómo afrontar la muerte de un ser querido. ¿Tiene algo de libro de autoayuda?

-Nunca he pretendido que lo fuera. Si hubiese sido mi objetivo habría sido un fracaso estrepitoso. Literariamente sería una pretensión imposible. Aunque mucha gente sí me ha dicho 'me has ayudado'. Solo he querido explicar mi experiencia, mi historia y transformar el dolor. Es como convertir una pasta muy densa en esponjosa, comestible y apetecible.

-Refleja la impotencia ante la enfermedad, la negación, el rechazo a la muerte, ¿cómo fue ese proceso?

-Lo viví con muchas dificultades. Cada vez que voy a casa de mis padres, durante medio segundo, creo que voy a verla allí. Es terrible. En cambio otras cosas evolucionan con el tiempo. Al principio ir al cementerio era insufrible e insoportable, ahora lo vivo con menos estrés. Ver sus fotos sigue doliendo pero me gusta hacerlo. Hablar entre nosotros de mi madre fue violento y difícil pero hemos conseguido hacerlo. El tiempo pone capas al dolor, no lo diluye, pero lo hace más llevadero.