IDEAS

Sacos con vida

Albert Espinosa

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Artículo 186. El otro día acompañé a un amigo mío a comprar un saco de boxeo que había comprado a través de una revista de anuncios. Le acompañé porque pesan un poco para transportarlos, ya que acostumbran a estar llenos de trapos y ropa para llegar a pesar casi 40 kilos.

Esperábamos encontrarnos con un vendedor que rondara la veintena o la treintena y estuviera hecho un armario, pero cual fue nuestra sorpresa al ver que el dueño del saco tenía 80 años y era muy pequeñito.

Nos relató que había tenido ese saco durante 40 años y que ahora lo tenía que vender porque iba a vivir a una casa sin espacio. Nos comentó que aquel saco había recibido muchos golpes en su vida y que le había servido para sacar mucha rabia en momentos duros de su vida. Pero quizá no fue eso lo que más me impactó, sino lo que pasó cuando descolgamos el saco. Resulta que... Bueno, casi os lo cuento después de lo mejor de mi semana.

Tercera posición. Hay un amigo en ti(Toy Story 3).Me entusiasma la versión que han hecho los Gipsy Kings. Cuando la escucho pienso en esa gran trilogía y mi esófago rumbea.

Segunda posición. La Locomotora Negra & Big Mama. Que lejos te puede trasportar cierta música, llevarte a otras épocas, a otros instantes tan lentamente que notas cómo el proceso se apodera de ti.

Primer lugar.Paco de Lucía. (Festival de Peralada) Soberbio concierto.Pacoy sutroupeartística consiguen que dos horas pasen en dos suspiros y desees 186 minutos más o hasta 5.000 seguidos del arte de un maestro que con su media sonrisa ya gana a toda la platea. No fue increíble, fue lo de después.

Y volviendo al hombre del saco. Cuando lo descolgamos, abrió el saco y miró los trapos que había dentro. Nos contó que lo había llenado con toda la ropa de la gente que ha ido perdiendo durante estos años. Y que a veces golpeaba esa ropa por la rabia de la pérdida y otras muchas tan solo cogía el saco, lo abrazaba y bailaba con él.

Y se puso a bailar junto al saco. Hacía años que no recibía tal impacto de emoción. Mi amigo y yo nos miramos y ahora el hombre del saco va cada día un rato a casa de mi amigo para pegar y bailar con ese saco tan lleno de vida.