El festival de verano de Barcelona
El Grec recibe al gran maestro de butô japonés Ko Murobushi
Dijo el filósofo Nietzsche: «Baila de cabeza para abajo». Y el bailarín y coreógrafo japonés Ko Murobushi, maestro de la danza butô, se lo tomó al pie de la letra. «Es una manera de expresar la libertad de la danza, una disciplina totalmente libre y sin normas», declaró ayer durante la presentación de las dos piezas que presenta hoy y mañana en el Teatre Lliure, dentro de la programación del Grec:Dead 1 y Quick silver.
El veterano artista le da un giro de 180º a los cimientos de la danza y lleva la máxima del pensador alemán aún más lejos: colgados de los pies, descendiendo desde el techo, aparecen en escena los tres intérpretes deDead 1, de su compañía Ko & Edge. «¿Son tres cadáveres o tres personas vivas?», inquiere el creador. Luego, el trío prosigue su actuación cabeza abajo, apoyados sobre los hombros. Son tres cuerpos que se alzan, temblorosos, y vuelven a caer a tierra después de un fugaz renacimiento. «¡Los cadáveres están bailando!», resume el coreógrafo.
En otroscadáveres, los supervivientes de Hiroshima y Nagasaki, se inspiraron Tatsumi Hijikata y Kazuo Ohno cuando en 1959 dieron forma y sentimiento a una nueva disciplina escénica: el butô. Murobushi, que estudió con Hijikata y es hoy su más aclamado heredero, se define como un «innovador» discípulo de ambos, siempre abierto a la experimentación. «Ellos vivieron la tragedia de la segunda guerra mundial, y ese trasfondo perduró en la revolución artística de la posguerra. Fue un momento en el que el intercambio cultural era mucho más dinámico que ahora y se cuestionaban las tradiciones japonesas; sus historias eran mucho más excitantes que las de hoy».
COMO GOTAS DE MERCURIO / En las historias de Murobushi son los cuerpos los que hablan por sí mismos. El suyo lo hace de forma magistral en el soloQuick silver, en el que, buscando la esencia del ser humano, muestra «la transformación del cuerpo y el fluir de la energía». Con el cuerpo pintado de plata, se mueve lentamente sin adoptar nunca una postura estable, deslizándose como una gota de mercurio sin forma definida. «Bailo como si no bailara», afirma.
Pese a su desgarrador origen, el butô desprende a veces gotas de humor que nacen, cuenta el artista, de ser un arte ajeno a las normas. «Cuando te alejas de las reglas y haces actos imprevistos, surgen ideas salvajes, sorprendentes, que pueden percibirse como cómicas». Su belleza, agrega, también rehúye el sistematizado concepto de belleza de la cultura nipona. «En Japón tienen un peso importantísimo las cosas tradicionales y vetustas; el butó es elegante pero no encaja en ese sistema. Es másunderground».
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