ideas

Recuerdos borrados

ALBERT Espinosa

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Artículo 177. Me encantan los recuerdos borrados, aquellos que están todavía en tu memoria pero que por alguna razón has olvidado. El otro día tuve la suerte de ser testigo de cómo se desentierra un recuerdo. Dos amigos míos, que no se veían desde que eran pequeños, quedaron para comer conmigo. Y de repente ella le dijo a él: «Recuerdas lo de los bombones...».

Mi amigo no recordaba nada, así que ella se lo relató. Resulta que cuando él tenía 7 años fueron con los padres de ella a un hotel en el que por la noche ponían bombones bajo las almohadas. A él le alucinó aquel detalle. Así que decidió que al volver de vacaciones le haría lo propio a su familia. Pero se fue animando. También fue a casa de sus amigos del colegio y fue dejando bombones bajo las almohadas y una nota explicando que él era el responsable. Dejó casi 17 bombones y esperó que todos le llamaran para darle las gracias. Pero lo que pasó fue que... Bueno casi os lo cuento después de lo mejor de mi semana.

Tercera posición. Kick-Ass, la película. Me encantó esa mezcla situada entre la ternura absoluta y la violencia sin límites. No hay duda de que todos llevamos un superhéroe dentro.

Segundo lugar. La tercera temporada de Dexter (DVD). Me alucina cómo puedo compartir muchos de los pensamientos del asesino protagonista. En esta temporada nos habla de una manera magistral sobre el miedo a la paternidad y la pérdida de libertades personales.

Primer puesto. Comando Actualidad (La 1). Me gustan los reportajes de Mario Montero. Desprende esa confianza que hace que todo el mundo acabe contándole detalles personales. Me entusiasmó el que hizo en la plaza Santa Ana.

Y volviendo al recuerdo de los bombones. Resulta que, al día siguiente, los padres de todos los amigos de mi amigo le llamaron pero no para agradecerle nada sino para pegarle bronca. Cometió un fallo: los bombones no estaban envueltos, el calor los deshizo y las almohadas quedaron manchadas de chocolate.

Y de repente lo recordó todo. Su cara se iluminó, sonrió y noté cómo ese recuerdo era parte de su carácter. Ayer me contó ilusionado que había vuelto a dejar bombones, esta vez envueltos, en camas ajenas.