Camilla Läckberg, Escritora // AUTORA SUECA EN BCNEGRA

Camilla Läckberg: «Todos somos capaces de asesinar»

La creadora de la serie de Erica Falck y el policía Patrik Hedström es una de las nuevas damas nórdicas del género negro

Camilla Läckberg, en BCNegra 2010.

Camilla Läckberg, en BCNegra 2010. / ITALO RONDINELLA

ANNA ABELLA

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Su padre le transmitió el amor por la lectura y decidió dejar el márketing y entrar en un taller de escritura. El resultado fue una serie negra que ha sido traducida a 25 idiomas. En España, Camilla Läckberg ha publicado La princesa de hieloLos gritos del pasado y Las hijas del frío (Maeva; dos de ellas en catalán, en Amsterdam). La cuarta entrega, Crimen en directo, llegará en mayo. Ha escrito un libro de cocina (sin recetas asesinas) y prepara un libro infantil.

–Su idilio con el género negro viene de cuando era niña, ¿no?

–Siempre me han fascinado los aspectos más oscuros de la vida, lo macabro. Con 4 años inventé un cuento. Los dibujos eran míos e hice escribir los textos a mi padre. La historia empezaba bien, con Santa Claus dando la mano a la señora Claus. Pero cuatro páginas más allá, la señora Claus aparece en el suelo llena de sangre, asesinada... Mi madre se preocupó mucho, pero yo tenía claro que si un día era escritora haría novela negra.

¿En qué se le parece el personaje de Erica? También es escritora.

–Al principio quería que fuésemos muy distintas, que no nos pareciéramos en nada, pero cada vez nos parecemos más. Ambas somos muy curiosas y nos interesan las relaciones con las personas. En Las hijas del frío, le trasladé a Erica la depresión posparto que yo misma sufrí. He reflejado mis miedos y preocupaciones sobre la maternidad. A mí me sirvió de terapia, y creo que puede ayudar a otras mujeres.

–Erica manifiesta su interés por lo que lleva a la gente a matar.

–En mis novelas me interesa explorar los motivos que conducen a la gente al asesinato o la violencia. Creo que todos somos capaces de hacer daño a otra persona. En Las hijas del frío, Erica se pregunta cómo una madre puede hacer daño a su propio hijo, pero, aunque nos sorprenda, son cosas que ocurren a diario y es muy importante saber por qué.

–¿Se lo ha preguntado a expertos?

–Antes de escribir leo libros de psicología y psicología forense. Cuando acabo la novela se la doy a leer a expertos para que opinen y... estoy a punto de casarme con un policía, es muy útil tener un experto en casa...

–Vaya, igual que Erica.

–Sí, pero no encontré a mi policía hasta el cuarto libro. Es un caso de vida imitando a la literatura.

–Hay muchos casos de maltratos a mujeres y a niños en sus libros.

–Lo vuelco inconscientemente. El tema de una persona más fuerte hiriendo a una más débil, como es el caso de mujeres y niños, me preocupa y me hace sentir muy mal.

–Ambienta las novelas en su ciudad natal, una pequeña comunidad con muchos secretos ocultos. 

–Fjällbacka tiene solo 1.000 habitantes. Tengo muy claro un recuerdo de infancia: mi madre siempre decía «¿qué dirán?», siempre estaba preocupada por lo que pensaban los vecinos. En los pueblos pequeños hay las mismas envidias que en las grandes ciudades, pero en estas comunidades hay mucha presión para mantener las apariencias. Lo que mostramos al mundo suele ser muy distinto de lo que escondemos en nuestro interior.

–La novela negra sueca ha desmontado la imagen idílica de su país.

–Eso de que es una sociedad sin crimen y de gente educada es una imagen que se ha creado el resto del mundo. Los suecos siempre hemos sido conscientes de que nuestra sociedad tiene muchos problemas.

–¿Cómo se vive el boom

–En Suecia se siente mucho el éxito de la novela negra nórdica. Los escritores están muy orgullosos de pertenecer a esta tradición que empezó en los 80 con Sjöwall y Wahlöö. Ellos nos han puesto el listón muy alto.

–¿Qué opina de Stieg Larsson?

–Me gusta mucho. Creó algo totalmente nuevo y se nota que disfrutó mientras lo escribía. Lo que es una verdadera tragedia es lo que ha ocurrido con su herencia. Ahora los escritores suecos nos hemos apresurado a hacer testamento. Es una consecuencia triste y sucia de un gran éxito, y seguro que habría apenado mucho a Stieg Larsson.