ENTREVISTA CON EL Dramaturgo

Josep M. Benet i Jornet: «Belbel ha sido mi maestro y no al revés, como él dice»

'Papitu', el dramaturgo vivo más ilustre del teatro catalán, hace un ejercicio de memoria en 'Material d'enderroc' (Edicions 62).

Josep M. Benet i Jornet.

Josep M. Benet i Jornet.

JOSÉ CARLOS SORRIBES
BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

–Se ha presentado como un libro de memorias, pero no parece muy de acuerdo con la etiqueta.

–No, no he dicho nunca que sean mis memorias. Es un compendio de recuerdos, de retratos de gente, de explicar momentos... Me daba pereza empezar con lo de «nací en ...» y «mis padres venían de...». Y no habría sabido hacerlo.

–Además aparecen como capítulos fechados durante los últimos años...

–Siempre los escribí pensando en el libro. El más antiguo era para un homenaje a Joaquim Molas. Lo leyó Xavier Folch [editor de Edicions 62] y me animó a seguir. He tardado mucho. Ha sido un proyecto de una década, de ratos perdidos, robando tiempo al teatro y a la tele.

-De la lectura se desprende una vocación de secundario, como en sus lejanos tiempos de actor aficionado. ¿Era su intención?

–Es así como quería aparecer. Y, al releer el libro, pienso que hablo demasiado de mí. Y no me gusta.

–Describe su relación con figuras como Salvador Espriu, Llorenç Villalonga y Mercè Rodoreda. Y también retrata a los que llama sus maestros, empezando por Joaquim Molas.

–A Molas, a sus clases secretas sobre literatura catalana en las que flipaba, llegué a través de mi amigo Joan-Lluís Marfany, que me bautizó como Papitu y a quien conocí en la universidad al mismo tiempo que a Jaume Torras. Yo siempre fui un estudiante mediocre y ellos, más jóvenes, ejercieron de mis maestros intelectuales. Nunca he entendido que me aceptaran como amigo.

–Las semblanzas se completan con otros dos nombres que le dejaron mucha huella: Terenci Moix y Montserrat Roig. ¿Ve a alguien que haya cubierto su ausencia?

–Son irrepetibles. Tenían una personalidad muy acusada. Eran muy diferentes, pero con su coqueteria en común. Fueron dos grandes seductores, cada uno a su manera.

–Y eso que Terenci, según cuenta, le hizo las mil y una.

–No tenía moral, gracias a Dios. No le importaba hacerte una marranada y al poco tiempo te enviaba un ramo de flores o se arrodillaba delante de ti. Era capaz de lo que fuera por que volvieras a su lado. Y lo hacías.

–En el libro tampoco falta mala uva. Habla, por ejemplo, de Josep/José/Joseph Maria Flotats o del duro carácter de Ricard Salvat, creador de la Escola d’Art Dramàtic Adrià Gual.

–Me sorprendía que en Francia firmara en francés, en Catalunya en catalán y en Madrid en español. Y eso que era un catalanista empedernido. Y Salvat fue un hombre muy difícil. Lo tuvo todo, y a todos a su lado. Era el número uno, y no solo en Barcelona, de España. Pero fallaba en el trato con la gente. Yo me sentí maltratado. Llegaba un momento en que tenías que irte de su lado.

–Para adjetivos los que usted se aplica, Se define como un idiota o un imbécil, por ejemplo.

–Ser duro con uno mismo es lo normal. La gente de mi profesión habla, la mayoría de veces, de que hace cosas fantásticas. Alguna vez es verdad, pero muchas otras, mentira. Hay pocos grandes escritores.

–Usted pasó una larga travesía de penurias entre los 60 y los 80 como autor. ¿Cuándo cambió su suerte?

–A los autores de mi generación el teatro independiente, el teatro de creación colectiva, nos cerró las puertas muchos años. No podíamos estrenar. Y cuando lo hice, fue un desastre conBerenàveu a les fosquesen el 73. De repente, empecé a hacerlo regularmente a partir deQuan la ràdio parlava de Franco(1979). Luego funcionó muy bienRevolta de bruixesen Madrid. Además, a mediados de los 80 en Europa se reivindicó al autor.

–Por esa época conoció a Sergi Belbel. ¿Ejerció con él de maestro?

–Belbel ha sido mi maestro y no al revés, como él dice por cortesía. Supe de un joven que hacía teatro experimental y a la vez traducía al catalán laFedrade Racine. Pronto se estableció una relación muy estrecha, aunque también ha habido algunas disputas. A partir deDesig, él es quien primero lee mis obras.

–¿Qué le comenta?

–Siempre me dice: ‘Maravilloso, maravilloso’. Y entra inmediatamente a hacer sus acotaciones. Entiende mucho lo que escribo y yo también todas las correcciones que me hace.

–¿Es recíproco ese examen?

–Si, pero no al mismo nivel. Me envía sus textos más tarde y yo no le hago tantas correciones.

–¿Por qué ha dejado fuera del libro su papel clave en la televisión?

–Reconozco que es indignante. La tele me ha dado mucho, y no solo en TV-3; antes en TVE. Quizá me hubiera tocado hablar mucho de mi.