ENTREVISTA

They Might Be Giants: "No hacemos canciones para sonar graciosos"

El grupo estadounidense visita este sábado el Vida Festival para presentar su vigésimo disco, 'I like fun', y un puñado de éxitos

John Linnell y John Flansburgh, fotografiados este viernes en un hotel de Sitges

John Linnell y John Flansburgh, fotografiados este viernes en un hotel de Sitges / periodico

Nando Cruz

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John Linnell y John Flansburgh empezaron a componer canciones en el año 83 del siglo XX y ya suman 877: sobre detectives de hotel y gusanos que tocan la batería, para que las cante Calamardo y desde la perspectiva del cadáver de la esposa de Barbazul. They Might Be Giants solo es un dúo de rock, pero la NASA lo declaró embajador musical en el espacio y ha inaugurado el curso en la Universidad de Columbia. Hoy actúan en el festival Vida (23.15 horas) después de Elvis Perkins, El Petit de Cal Eril, Josh Rouse, Albert Pla y Bart Davenport. Presentan su vigésimo disco ‘I like fun’ y un puñado de éxitos.

Una vez más, la tercera en más de 30 años de carrera, llegan para actuar en un festival. Es decir, con un repertorio reducido.

(John Linnell) Sí. Tocaremos alrededor de una hora.

(John Flansburgh) Empezamos haciendo conciertos de 20 minutos, pero luego hubo una época en que apenas había diferencia entre los conciertos de sala y los de festivales porque nadie nos decía cuánto rato teníamos que tocar.

Ahora, en cambio, los festivales te pagan mucho mejor, pero te piden que toques menos raro. Tremenda paradoja.

(J.F.) Sí. Aunque hay un tipo de público que solo quiere escuchar los éxitos y ese prefiere verte en festivales.

Y también, otro público capaz de viajar donde sea si le garantizan que su grupo favorito toca cada noche tres o cuatro canciones inusuales.

(J.L.) Sí, y también tenemos público de ese en las primeras filas.

(J.F.) Pero esto es un rasgo muy particular de la música post-internet. Antes nadie sabía qué habías tocado en otra ciudad. Como mucho, era un rumor.

Tocaron una vez en Madrid, a finales de los años 80. ¿Lo recuerdan?

(J.L.) Sí, teloneando a Duncan Dhu. Una vecina mía de Williamsburg estuvo en aquel concierto porque entonces estudiaba en Madrid.

(J.F.) Fue uno de nuestros peores conciertos. Entonces aún usábamos cajas de ritmos y secuencias pregrabadas. Y hubo algunos problemas técnicos.

(J.L.) Ese día aprendí el significado de la palabra zumbar. El aparato emitía un zumbido enloquecedor que nos impedía usarlo.

¿Y qué hicieron?

(J.F.) Llorar.

(J.L.) Y tocar.

Siempre tuvieron una relación muy imaginativa con la tecnología. ¿A quien se le ocurrió lo de Dial A Song ese contestador automático que permitían a los fans llamarles y escuchar sus canciones por teléfono?

(J.L.) Fue idea suya y yo intenté quitársela de la cabeza.

(J.F.) Era el principio de los contestadores automáticos. Y los teléfonos tenían un adhesivo advirtiendo que eran propiedad de la compañía telefónica y no se podían usar para nada que no fuese llamar. Yo conocía a un tipo que tenía uno de los cuatro contestadores automáticos de todo Nueva York. Seguramente pertenecía a una secta anarquista. De hecho, tuvo problemas con la compañía.

(J.L.) ¿Estás seguro? No recuerdo esa parte de la historia.

(J.F.) Tal vez evité explicártela para que aceptases la idea.

(J.L.) Ya. Aquello me daba miedo porque pensaba que anunciar el servicio en prensa y ganar dinero con él nos traería problemas con la compañía telefónica.

Pero, ¿por qué idearon ese sistema?

(J.L.) Nos gusta ayudar a que la gente sienta que somos su descubrimiento particular. Eso genera cierta sensación de intimidad. Es lo contrario a esas campañas abrumadoras que no te permiten no escuchar esa canción. Cuando U2 regalaba su disco en iTunes, incluso la gente a la que le gustaba el grupo sentía que no había podido decidir si quería ese disco o no.

(J.F.) Aquello era algo misterioso. Era mejor que una broma. Les ofrecíamos una relación directa con nosotros, sin intermediarios ni críticas de discos.

(J.L.) Ponerte el teléfono al oído en los años 80 para escuchar una canción era exótico. La primera vez que llamé fue algo entre avanzado y extraño. Hoy, en cambio, te pasas el día escuchando música a través del teléfono móvil.

Su carrera está plagada de ideas pioneras o alocadas. En 1993 ya tenían su propia web. ¿Quién se lo propuso?

(J.F.) A finales de los 80, un amigo de nuestra agencia de management, Bo Orloff, me llevó a la Universidad de Columbia. Allí tenían un inmenso ordenador y él me decía: ‘¡Es el futuro!’. A mí me parecía como el ordenador del instituto, pero luego fuimos a comer y me dijo: ‘Ese ordenador está conectado con los de todas las universidades de Estados Unidos y le han llamado la world wide web’. Yo pensé: es el nombre más estúpido del mundo. Largo, rancio y chorra. No volví a oír la palabra hasta años después. Y fue Bo quien impulsó nuestra web.

Dicen haber publicado ya 877 canciones...

(J.F.) ...Eso es lo que dice la wikipedia que llevan nuestros fans.

…pero, ¿cuántos modelos de camisetas existen del grupo?

(J.L.) Probablemente, tantas como canciones.

(J.F.) Lo de las camisetas está fuera de control. Hay un tipo que lleva el blog ‘La camiseta del día’. Algunas son piezas de coleccionista porque se hicieron muy pocas. Tenemos muchas camisetas fallidas. Y canciones fallidas.

(J.L.) Tenemos muchas canciones olvidables, pero hemos compuesto tantas que también tenemos un puñado de buenas.

"El humor en la música es un elemento peligroso. Si está muy en primer plano, solo aguantarás la canción una vez"

 John Flansburgh

Háblenme de alguna discusión productiva alrededor de una canción.

(J.L.) Ha habido varias, pero un tema que nos preocupa en especial es decir algo en la canción que se malinterprete: que suene estúpido, ofensivo, sexista...

(J.F.) Lo bueno de ser parte de un dúo es que no has de esperar a ver cómo reacciona el público. Puedes testear tu idea antes con el otro.

Ahora, confiésenme algo esencial que hayan aprendido componiendo todos sus discos y canciones para críos.

(J.F.) Recuerdo una conversación con una mujer de Disney que quería darme algunas nociones. Me alegró que ya existiera ‘Supercalifragilisticoespialidoso’ porque esa canción no sigue ninguna de las normas típicas: es muy complicada y no es educativa, pero a los niños les encanta y es todo un clásico de Disney.

¿Tan diferente es componer para menores de edad?

(J.F.) Si haces música para niños ha de poderse escuchar una y otra vez sin aburrir. Ese es un gran reto, pero nuestra música tiene una parte importante de humor y ya hemos tenido que sortear ese problema. El humor en la música es un elemento peligroso. Si está muy en primer plano, solo aguantarás la canción una vez. Así que a lo largo de los años hemos probado muchas estrategias. Y ese ha sido un muy buen entrenamiento para luego hacer discos para críos.

El uso del humor es otro punto que habrá originado muchos debates.

(J.F.) El humor no es la clave de nuestra música. No hacemos canciones para sonar graciosos. Hemos leído críticas que dicen que no somos suficientemente graciosos. Es cierto. No somos lo suficiente graciosos para ser graciosos.

"Es una pena haber venido tan poco a España porque, a diferencia de otros países del Mediterráneo, este es más rockero"

John Linnell

En esta gira tocan ‘Your racist friend’ cada noche. ¿Por algún motivo?

(J.L.) Hay una nueva necesidad de tocarla desde que tenemos un presidente racista.

¿Por qué creen que no han venido más a España?

(J.L.) Es una pena porque, a diferencia de otros países del Mediterráneo, este es más rockero. En los 90 tocamos mucho en Europa, pero no vinimos por aquí.

(J.F.) Vendríamos incluso cubriendo solo gastos, pero viajamos con muchos técnicos y esperamos poder dormir en cama. Son demandas razonables, pero, sí, ojalá pudiéramos venir más. Deberíamos hacer una versión de ‘Sex farm’.

¿Cómo?

(J.F.) Al final de la película de (el grupo ficticio de heavy metal) Spinal Tap, salta la noticia de que su canción ‘Sex farm’ se ha convertido en un gran éxito en Japón y es hace que su carrera remonte. Aunque solo en Japón.

¡Tal vez deberían hacer una versión de Duncan Dhu!

(J.F.) ¿Cuál sería la canción más adecuada para que al tocarla la gente se pusiera nostálgica y suspirase: ‘Oh, Duncan Dhu, ¿te acuerdas?’?