Roger Coma: "Ha sido divertido ser el 'Pájaro Espino' de 'Gran Hotel'"

El actor debuta este miércoles como director con la 'webserie' 'Les coses grans'

Roger Coma

Roger Coma / periodico

MARISA DE DIOS / Barcelona

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Pocos actores pueden presumir de haber aparecido en dos series de 'prime time' que estén ahora en antena. Uno de ellos es Roger Coma (Barcelona, 1976), que ha revolucionado a las féminas de 'Gran Hotel' (Antena 3, los martes, a las 22.30 horas) con su papel del padre Grau, y que ejerce de mosso en el Pirineu que muestra 'Gran Nord', en TV-3. Además, el actor debuta este miércoles como director con la 'webserie' 'Les coses grans'.

-Interpreta a un cura y a un mosso, dos estamentos de la sociedad. ¿Con qué 'uniforme' se queda? 

-Me ha gustado mucho el cura calentón. Son giros de trabajo que no esperas. Además, con el sistema de trabajo en 'Gran Hotel' vas descubriendo al personaje a medida que van llegando los guiones, así que se trata de tirar sobre la marcha. Te limitas a interpretar la secuencia sin más información que lo que está escrito.

-Casi va descubriendo la trama al ritmo del telespectador. 

-Completamente. Es una sorpresa diaria. Abres un capítulo como un regalo de Navidad, a ver qué te han traído los Reyes.

-Eso complicará su trabajo a la hora de enfocar el personaje. 

-Muchísimo, pero es un reto. Y los guionistas ven la parte positiva: pueden improvisar un poco más, en función de lo que sugiere el actor o el resultado, mientras que tú también profundizas en este modo de interpretar, más centrado en el momento. Eso hace que el espectador luego dé segundas lecturas a los personajes y las tramas, lo que genera algo interesante.

-El padre Grau ha provocado un revuelo en 'Gran Hotel' tras sus líos amorosos. 

-Es un personaje sorprendente. Aparenta una cosa y luego es otra. Se vale de su poder de convicción como cura, que era como un psicólogo de la época, y luego tiene sus instintos bajos poco contenidos. Eso le da un planteamiento muy humano e interesante. Ha sido divertido ser el Pájaro Espino de 'Gran Hotel'.

-Aunque el padre Grau ya no aparezca en 'Gran Hotel', ¿no le apena que acabe la serie? 

-Sabía que yo no continuaba, pero sí que da pena. Aunque en 'Gran Nord' sí que he tenido una mayor implicación y me podía afectar más.

-Es uno de los protagonista de la serie de TV-3 e incluso ha colaborado en algun guion. 

-Y al convivir un mes en el Pallars con el equipo se forma más grupo. No hay prevista una tercera temporada. Entiendo que es un momento delicado para las series, porque requieren mucha financiación. Pero sin ficción, TV-3 no tendría sentido. Hay que generar contenidos, porque básicamente así es como esta cadena ha fidelizado a su gente. A nivel dramático, TV-3 fue muy pionera hace 20 años y ahora se ha quedado un poco al servicio de la clientela que ya había. No tiene la aspiración de tener más feligreses, como diría el padre Grau.

-Para los actores, la tele es un medio casi imprescindible. ¿Qué ha significado para usted? 

-Una escuela. Me gusta el formato televisivo, porque da muchos más minutos de explicación del personaje. Y la empatía que siente el público con él es algo que no pasa ni en el cine ni en el teatro. La gente te saluda como si formaras parte de su vida, pero no saben nada de ti. Hay un cariño extraño, un poco perverso... Entiendo que nuestro producto se exhibe en momentos de mucha intimidad de la gente y eso es muy curioso.

-Eso hace que la gente le llame por el nombre del personaje. 

-Eso es muy bonito, porque representa que hay una identificación, que se han comido el cuento, y todos tenemos necesidad de comernos cuentos y creernos historias.

-¿Por cuál de sus personajes le reconocen más? 

-Por el de 'Porca Misèria'. Era muy eficiente en el trabajo, aunque una persona nefasta. Pero lo entendías. Era un malo que provocaba ternura.

-Ha interpretado a otros malos, como en el telefilme de TVE-1 'El asesino dentro del círculo' (que se volverá a emitir el próximo lunes) y 'Los protegidos'. Algunos actores dicen que prefieren hacer ese tipo de papeles. ¿Le pasa a usted? 

-Como hay una distancia con ellos se genera mucho juego y hay espacio para la creación. Yo prefiero hacer personajes que estén más cerca de lo mío que tener que construir a lo Bardem. No soy de esa escuela.

-También suele hacer personajes bastante ligones. ¿Por qué cree que se los dan? 

-Supongo que han visto en mí a alguien tipo Pep [su papel en 'Gran Nord'], perdido, que necesita afecto, sexo, humor, y ver la vida en sentido positivo. Digo lo del sexo desde un sentido desvinculado de moral. Son personajes que viven ese aspecto desde lo instintivo, sin culpa. Creo que para que te cojan en un casting no se trata tanto de la prueba que hagas, sino de cómo te vean entrar por la puerta. Un 80% consiste en que ven entrar al personaje y el otro 20%, que luego les guste tu casting.

-¿Qué ha aprendido de Pep? 

-Un tipo de tono más humorístico que no había trabajado mucho y lo tenía un poco dormido. Es algo a lo que recurro en mi vida, pero en mis trabajos como actor lo tenía un poco pendiente. Interpretar a Pep ha sido un triunfo, un gran reto para darle un poco de comicidad a lo naíf, a lo blanco. Me ha hecho enfocar los guiones no tanto desde la emoción, sino desde lo cómico, como el Peter Sellers del Pallars.

-Y ha aprendido a hacer queso. Cada dos por tres lo vemos metido en el depósito de leche haciendo el amor con Lídia (Aina Calpe). Y de allí luego elaboran un queso que cuenta con muchos adeptos. 

-(Ríe). ¡Por supuesto! El erotismo lechero del Pirineu es nuevo en mi currículo.

-¿De todos los personajes que ha hecho, con cuál se quedaría? 

-Con Pep, ¡por lo del queso! (ríe). Es muy naíf, blanco e intenta sacar siempre el lado vital de la vida.

-Al principio me dijo que se sentía mejor con el 'uniforme' de cura. 

-Por su lado más espiritual. Veo similitud entre los dos personajes, pero desde dos ópticas. Una más sobria y otra más humorística. Pero el cura tiene el elemento místico, de las cosas vividas con religiosidad, que no tiene Pep. En mi familia ha habido muchos curas.

-No les gustaría el padre Grau. 

-Para nada. Me decían que no debería interpretar a un cura así.