y cierre

La pela es la pela

Iñaki Gabilondo, el jueves, en su despedida del canal CNN+.

Iñaki Gabilondo, el jueves, en su despedida del canal CNN+.

JUAN FERNÁNDEZ

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Nos encanta darnos golpes en el pecho por la ideología. Juramos santificar los principios. A Dios y al diablo ponemos por testigo que jamás traicionaremos los valores. Antes muertos que claudicando. Luego llega la realidad y nos pone en nuestro sitio. Qué espectáculo ver cómo nos tiemblan las piernas. Donde decíamos «digo» ahora decimos Diego y, de repente, a ese personaje de pensamiento pestilente lo admitimos como aromático espécimen de compañía. Sustituyamos realidad por economía y tendremos identificados a los personajes de este triste sálvese quien pueda en el que ha quedado convertida la vida pública (y la privada) desde que la crisis nos metió el miedo en el cuerpo.

También en la tele. Si hace dos años nos hubieran contado que Prisa se iba a aliar con los italianos de Tele 5 y que el resultado de ese ayuntamiento contra natura iba a ser el cierre de CNN+ nos habríamos caído rodando de la risa. Sin embargo, ya tenemos a Iñaki Gabilondo convertido en un jubilado a la fuerza. La moral de los nuevos tiempos se ha cobrado una buena pieza. A la CNN+ la seguía poca gente, un 0,5% de la audiencia (de la que tiene audímetros en su casa), pero el dial de la TDT está lleno de emisoras con menos eco e infinitamente menor peso político y simbólico. Sus tertulias eran las únicas de la oferta privada que podías ver sin necesitar ponerte un taparrabos para no desentonar con el ambientillo cavernícola de la concurrencia. El anuncio de su cierre ha puesto en marcha una campaña de adhesiones monumental, a la que se han sumado desde políticos hasta futbolistas, pero que solo está sirviendo para hacer terapia de grupo y lamentar en corro que cuando la economía entra por la puerta la ideología sale por la ventana.

Los dueños de CNN+ han echado cuentas y no le salen los números, o no los que desean tener en sus balances. La Sexta ha anunciado el inminente lanzamiento del debate Al rojo vivo y lo presenta como «la única tertulia que competirá con las de la derecha». Lo dice la cadena cuyos derechos publicitarios son gestionados por la misma empresa que maneja los de Intereconomía. Se empieza por ahí y se termina poniendo a Juan Manuel de Prada a presentar El intermedio. Total, ¿qué más da, si lo único que importa es la pela? El 2011 se promete apasionante: el debate ha quedado reducido a dilucidar si nos abrimos las venas a lo largo, a lo ancho o en zigzag.