tú y yo somos tres

Otro pulpo: Policarpio

Ferran Monegal

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Esta excitación planetaria que ha suscitado el pintoresco pulpo alemánPaulha sido metabolizada por el programaResistiré ¿vale?(T-5), y el producto resultante ha consistido en otro pulpo, de nombrePolicarpio, una pobre bestia que tenían subsumida en una palangana, y que la presentadoraTania Llasera, en un momento dado, colocó sobre el frontis deYola Berrocal. ¡Ah! El golpe que consiguieron fue cutre a más no poder. En la teta derecha deYola habían pintado la bandera de España, en la izquierda, la de Holanda, y el sufridoPolicarpiotenía que ir trepando por el canalillo y decidirse por una de las dos esferas asiliconadas, mientras la señoraBerrocaliba gritando como una descosida:«Por España, ¡lo hago por España!». Los cotillas que la rodeaban aprovecharon para ir tirando de las patas del octópodo, para que fuera avanzando, y también vimos deditos furtivos ocasionales que hurgaban en el interior del escaso sujetador de la recauchutada. De modo que el garbancero momento conseguido, más que un golpe televisivo fue unpeep showde barriada marginal. Aquí lo único realmente admirable fue el papel dePolicarpio. Por más que tiraban de sus patas, el pulpo se negó a avanzar. Se ensimismó, se subsumió en una postura de quietismo existencial, y no hubo forma de que colaborase, ni de que trepase hacia ninguno de los dos globos de lavamp. ¡Ah! Qué gran pulpo estePolicarpio. Qué sensato. Nos tememos, no obstante, que esa noche, al concluir el programa, en aquel plató se acabase cenandopulpo á feira, los muy bárbaros.

JUAN LUIS GALIARDO .–Sensacional momento enEl hormiguero esta semana (Cuatro).Pablo Motosinvitó aJuan Luis Galiardo, y nada más penetrar en el plató, el actor advirtió:«Estoy muy contento porque ahora mismo, antes de entrar, he hecho una deposición. La tercera del día. ¡Es un milagro!». O sea queGaliardo, justo antes de sumergirse en el programa, pasó por el baño y evacuó. ¡Ah! Es luminoso este gesto fisiológico deGaliardo. Normalmente, lo que vemos en muchos programas de las cadenas privadas son criaturas que confunden el plató con el váter. En lugar de presentarse limpios y evacuados con anterioridad, lo hacen al revés: van estreñidos todo el día y esperan a estar sentados delante de las cámaras para evacuar allí mismo, delante de toda España. Es curioso: cuanto más copiosa es la deposición, más alta es la soldada.