El Hombre de Negro: 'En los experimentos de 'El hormiguero' intento que mi vida no corra peligro"

El colaborador de Pablo Motos descubre quién hay detrás de su misterioso personaje

El Hombre de Negro

El Hombre de Negro / periodico

INÉS ÁLVAREZ/ Barcelona

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Nos sorprende a diario con sus grandiosos espectáculos científicos en 'El hormiguero 3.0' (A-3 TV), enfundado en cuero negro y parapetado tras sus inseparables gafas oscuras. No obstante, tras ese personaje distante que no sabe sonreír, se esconde un ser humano llamado Pablo Ibáñez, la mano derecha de Pablo Motos en el programa, a quien le hace tremendamente feliz cosas como lograr fondos para la fundación que ayuda a niños con cáncer, de la que es presidente de honor.

–Menudo morbo que provoca que nunca se quite esas gafas oscuras. ¿Podría hacerlo para mí?

–Por supuesto.

–Presumiré de ser la única periodista que lo ha logrado. Omitiré que está al otro lado del teléfono.

–Me lo piden mucho, pero nadie lo había conseguido hasta ahora. Aunque si no me las quito es para protegeos a vosotros. Porque si me viérais, no sé que tendría que hacer para que no lo contárais.

–En la red circula una foto de un tal Antonio Garrido, de quien se dice que es usted sin las gafas.

–Sí, es un señor que vuelve cada cierto tiempo. Pero no le encuentro parecido. Dicen: «Sí qué cambia sin gafas». Claro, como que no soy yo.

–¿Esto le divierte o le inquieta?

–Yo me lo paso muy bien. La gente me trata con mucho respeto y cariño. Y también me tienen un poco de miedo, lo que tampoco está mal.

–Emulando a Trancas y Barrancas, las hormigas del programa, se me ocurre esta frase: «El Hombre de Negro no lleva gafas para protegerse del sol, sino su imagen».

–(Ríe). La frase que me dicen ellas es: «No lleva gafas para protegerse del sol, sino para proteger al sol».

–¿Ya vestía de negro antes de aparecer en el 'El hormiguero'?

–Sí. Pero cuando se decidió que yo saliera en pantalla, creé un personaje que además no tuviera que hablar y que se mantuviera un poco al margen. Por eso es tan distante.

–¿Y el apodo Hombre de Negro?

–Me llamaban así porque siempre iba de negro. No era heavy, lo que pasa es que es el color con el que siempre me he identificado.

–¿Ya le cuesta responder cuando le llaman Pablo Ibáñez?

– Ya no hay frontera definida entre la persona y el personaje. Como voy vestido de negro y tenemos en común el gusto por la acción y las cosas arriesgadas, está difusa.

–Pablo Motos le quiere así, ¿no?

–No hace falta que él lo diga, el personaje es así y en las cosas esenciales no va a cambiar. Sería un poco traicionarlo. Además, es prácticamente imposible que salga vestido de colores y riéndome.

–Usted recuerda a Risto Mejide.

–Risto y yo ya hemos comentado que nos comparan. Pero, quitando lo de las gafas de sol... Hacemos cosas muy distintas. Y, aunque él no lo reconozca, sonríe más que yo.

–También dicen que resulta que es muy majo. Como usted.

–¿Quién le ha dicho eso? Dígame dónde está y cuál es su nombre que le voy a demostrar que no es así. Eso son habladurías. ¿Cómo que soy majo? Majo es Bustamante.

–Lo que no me negará es que el Hombre de Negro tiene todo negro menos el corazón. Hábleme de Juegaterapia.

–Soy presidente de honor de esa fundación, que comenzó recopilando videoconsolas para niños con cáncer, porque deben estar meses internados y necesitan ocupar su tiempo. Ahora hacemos jardines en las azoteas del hospital, para que no estén siempre encerrados y cuando les visiten sus amigos puedan salir al aire libre. Hemos hecho uno en la azotea del Hospital Infantil La Paz y ahora le toca al 12 de Octubre.

–Eso ayuda a la curación, ¿no?

–Hay muchos estudios sobre la importancia del ánimo para curarse. Mantener la moral alta es vital. De eso nos ocupamos.

–¿Y cómo llegó a la fundación?

–Buscaba dónde donar el dinero obtenido con el libro que recoge frases sobre el Hombre de Negro. Porque más que mío es de la gente. Quería devolverles el cariño que me dan.

–¿Cuántas frases ha recopilado?

–Miles. Para el libro pedí a la gente que me enviara algunas, e igual fueron 30.000 o 40.000. No veas el trabajo que supuso seleccionarlas.

–¿Cómo le llegan? ¿Por Twitter? ¿De familia y amigos?

–Por parte de la familia, pocas. Eso si no se tiene en cuenta, claro, que mi hermano es Trancas [Juan Ibáñez], una de las hormigas del programa.

–¿Alguna frase le ha molestado?

–Me sorprende la de las burradas que me dicen. Pero no me ofendo.  En Anda ya, de Los 40 principales, dicen una cada mañana. Y yo les llamo amenazándoles.

–Oiga, ¿y cómo un licenciado en Empresariales acaba dedicándose a la ciencia televisada?

–Cuando estábamos en la radio, yo ayudaba a Pablo Motos a preparar El hormiguero y me dijo que me encargara de la ciencia.

–Casi está haciendo un máster...

–Yo creo que me podrían convalidar. Al menos, la prácticas de dos o tres carreras, sí.

–Sus obras son gigantescas.

–Me gusta hacer cosas insólitas, con objetos inesperados, grandes... El dominó de coches, por ejemplo, me encantó. Se nos ocurren cosas que nunca se han hecho y vamos a por ellas. Aunque, a veces, el presupuesto es tan alto que no se pueden llevar a cabo.

–¿Ha temido por su integridad?

–En alguna ocasión, sí. Recuerdo que hice un móvil como los de las cunas con camiones, coches y furgonetas colgando. Una viga de ocho metros giró, y si no llego a tener reflejos... Intento que mi vida no corra peligro, aunque muchas veces ese límite es muy difícil de encontrar.

–Por cierto, ¿tiene hijos?

–Sí, tres.

–¿Y los va a recoger al cole?

–No puedo ir a las escuelas. Se lía. Los niños no sé si son mi mayor público, pero sí muy entusiasta.

–Si llega al millón de seguidores en Twiter, ¿hará un desnudo integral, vestirá de rosa, se quitará las gafas?

–Creo que me quitaré las gafas, porque para muchos es una obsesión.

(Extracto de la entrevista publicada en 'Teletodo' el 23/11/2013)