TÚ Y YO SOMOS TRES

Un hígado en la carretera

Ferran MONEGAL

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El doctor Murphy (The Good Doctor)The Good Doctor está dando grandes alegrías a Tele 5. Cada capítulo le proporciona un audiencia que no desentona con las que conseguía con el Mundial de fútbol. Esta semana han hecho un episodio dedicado a un hígado de un donante llamado Oliver, naturalmente con identidad protegida. ¡Ah! El tema trasplante de hígado ahora ha tenido entre nosotros un breve repunte de actualidad con el caso AbidalAbidal. El hígado de la serie The Good Doctor es otro asunto. Los guionistas lo han hecho discurrir por la via del humor. Murphy lo transporta en un maletín frigorífico y cuando ve que sube la temperatura entra en un bar y le echa granizado de frambuesa. Luego se da cuenta de que el hígado tiene una anomalía y manda parar el vehículo, en mitad de la autopista, y le opera encima del capó mientras una larga cola de conductores esperan en sus coches llenos de resignación admirativa.

¡Ahh! La habilidad del creador de esta serie –que es el mismo que inventó el personaje de Dr. HouseDr. House– es haber construido una criatura enormemente atractiva. Sufre el síndrome de Asperger, lo cual le da una personalidad extraña, desconcertante, y sorprendentemente lúcida. Tiene algo también de McGyver,McGyver dada su habilidad solucionando complicadas intervenciones quirúrgicas con la ayuda de rupestres utensilios, como una pajita de un refresco de gaseosa. También hay en él algo de aquel Raymond Babbitt de Rain Man.Raymond BabbittRain Man Quizá también un soplo del inolidable y oscarizado Forrest Gump. O sea, un cóctel ingeniosísimo que el actor Freddie HighmoreFreddie Highmore ha sabido interiorizar con maestría.

Cada episodio tiene alguna escena de cama, suave pero apasionada, torsos desnudos entre sábanas blanquísimas, protagonizadas por una selección de personal sanitario todos hermosos y guapísimos. Dicen en Hollywood que estas incrustaciones son imprescindibles: atrapan audiencia y gustan mucho. Y todos los casos clínicos –salvo rarisimas excepciones– concluyen con final feliz. Los jefazos de la industria norteamericana del entretenimiento, y del show-business televisivo, eso lo tienen clarísimo:  en las series que se combinan médicos, pacientes y hospitales, el drama, el dolor, la angústia,  siempre tiene que acabar bien. Mensaje en positivo.

¡Ah! Será para compensar que, siendo el país más rico del mundo, no tiene sanidad universal gratuita.