tú y yo somos tres

«Si enseño las tetas, ¡será noticia!»

Ferran Monegal

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Ha sido un ejercicio bastante flojito este traspaso de poderes de Samanta Villar a Adela Ucar, la nueva criatura que a partir de septiembre la sustituirá en el ingenuo teatrillo de 21 días (Cuatro). Lo que sí ha sido interesante es la gloriosa transformación que está experimentando Samanta Villar, después de todo este tiempo haciendo el programa que ahora abandona. En un momento dado, mientras se vestía con delicados modelitos, le comentó a su compañera: «Adela, tengo un problema. Llevo haciendo toples en la playa toda mi vida, pero ahora resulta que si enseño las tetas, ¡será noticia!». Y añadió, mientras se maquillaba las mejillas: «Mira, este zapato me va grande. Seguro que si se me cae, los paparazis me harán fotos». ¡Ah! No sabría decirles si Samanta estaba horrorizada o contentísima, pero la transmutación existencial que vive esta muchacha es digna de estudio: ha llegado a la conclusión de que todos los paparazis del mundo la van a perseguir, porque se ha convertido en una estrella. Dejémoslo en estrellita.

EPITAFIOS CON INGENIO.– Muy entretenido el programa Vuelta y vuelta de La Sexta. A pesar de tocar un tema muy necrófilo (Lo que cuesta morirse), nos han hecho sonreír cuando nos han presentado el top ten, la lista de los mejores epitafios que hay por esos cementerios de Dios. En casa nos ha gustado mucho la inscripción que un ciudadano de Vitoria pidió que pusieran en su tumba. Dice, escuetamente: «Que conste que yo no quería». Pero el momento más luminoso fue cuando visitaron el estadio del Atlético de Madrid. Allí los socios disfrutan de un lugar llamado Espacio memorial, zona delicada y virtuosa donde pueden ser enterrados con una garantía que no da ningún cementerio del mundo: la seguridad de que junto a ti descansará otro socio del Atleti, y no uno, por ejemplo, del Real Madrid, que sería terrible.

PRESIDENTE POR TV-3.– A las 21 horas menos cinco segundos de la noche del domingo, TV-3 comenzó la cuentra atrás. Y a la voz de «El nombre del presidente del Barça es...» pasaron cinco segundos y anunciaron a bombo y platillo «¡Sandro Rosell!». ¡Ah! Los abrazos del ganador y sus colaboradores se sucedían. Carece de la menor importancia que añadieran que era un sondeo. La celebración era absoluta. Es curioso, el recuento de votos ni siquiera había comenzado todavía. Qué maravilla.