Ella, ellos y un tablero de ajedrez

Sigue La Sexta, una de las cadenas más de izquierdas y más progresistas del mundo mundial, emitiendo y celebrando la vida de esta colección de ostentosas y horteras señoras chorreantes de millones y millones de euros, o sea,Mujeres ricas. Siguen estas damas demostrando a la ciudadanía que han venido a este mundo a veranear, a no darle un palo al agua, a gastar a manos llenas, y pegarse como lapas a la cuenta corriente de su esposo –o a la astronómica soldada que les dispensan sus ex–, que es la base de su existencia y su modo de estar en el mundo. De esta colección de criaturas que cada semana nos muestran nuevos detalles de su riquísima pobreza, de este grupito de ilustres zánganas, hay una,Olivia Valère, que es la única que no encaja. Según los ojos que la miren puede ser hortera su mansión, y horrorosamente ostentoso su estilo de vida, pero ese caldo de oro líquido mezclado con purpurinas y diamantes en el que vive sumergida se lo ha ganado a pulso ella solita. Años atrás, cuando en Marbella los jeques árabes tapizaban las calles con rubíes y esmeraldas que iban tirando por la ventanilla de sus cochazos, Oliviaedificó en Puerto Banús y en el feudo deHohenlohe, Puente Romano, su imperio discotequero en base al más delirante lujo asiático. De modo que esta señora, al menos, se hacurradosu propia fastuosidad. No es una zángana. Y es la única criatura mínimamente interesante, distinta del resto del bestiario de gandulas y haraganas. Esta semana el golpe del programa fue anunciarnos a bombo y platillo «¡el gran secreto de Olivia!». ¡Ah! En casa nos entró una excitante curiosidad. ¿Qué secreto puede tener esta dama si semana tras semana ya nos lo ha enseñado todo de su fabuloso paraíso terrenal?, nos preguntábamos. Pues sí: en rigurosa exclusiva para La Sexta vimos en qué consistía su secreto. Su secreto es que desde tiempo inmemorialOliviavive con dos: su marido actual (Philippe), y su ex de antaño (Alberto). Los tres juntitos en la mansión amurallada. ¡Ah! Fue muy hermoso ver por primera vez a los dos pollastres deOlivia paseando fraternalmente ensamblados. Y luego, verles sentados ante un tablero de ajedrez a la fresca ajardinada. Mientras ellos se iban dando jaque mate,Oliviales miraba como quien mira a sus gatitos, y les iba acariciando. ¡Ahhhh!