ENTREVISTA

Aida Folch: «Mi personaje en 'Cites', Mia, es muy morboso»

La actriz inicia esta noche una de sus tres apariciones en la serie coral de TV-3

AIDA FOLCH

AIDA FOLCH / periodico

INÉS ÁLVAREZ / BARCELONA

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El gusanillo del teatro se despertó pronto en ella, y no tuvo que esperar mucho para ser actriz: a los 14 años le llegó su gran oportunidad al ser elegida entre 3.000 niñas para protagonizar la película 'El embrujo de Shangai', de Fernando Trueba, a la que siguió 'Los lunes al sol', de Fernando León de Aranoa. Desde entonces, Aida Folch (Reus, Tarragona, 1986) ha intervenido en varios filmes más; en la serie 'Cuéntame...' (TVE-1), donde daba vida a la primita Françoise, y en telefilmes como 'Inocentes'; 'No estás sola, Sara' y 'Vicente Ferrer', en el que encarnaba a la mujer del misionero. En 'Cites' es Mia, una joven que usa las citas por internet para dar un cambio a su vida. Ella no es usuaria de esas webs, pero dice creer en ellas .

–La última vez que la vimos en la pequeña pantalla era haciendo de Anna Ferrer. Un papel totalmente opuesto al de 'Cites'

–Muy diferente, sí. Nada que ver.

–Aquí es una seductora nata. 

–Sí. Mia Font, mi personaje, es una chica muy frívola, muy superficial: le gusta el lujo, vestir bien y busca hombres de alto standing. Había sido escort [prostituta de lujo], sabe lo que quiere y lo que provoca en los hombres, le gusta mucho jugar y la seducción , es un alma nocturna y le encantan los líos.

–Es fácil imaginar, pues, qué es lo que busca esa joven en las citas por internet... 

–En realidad no, porque, por otra parte, es una persona que se quiere enamorar, que está cansada de ese juego, de la frivolidad, del sexo, de no encontrar a nadie, de no dejarse conocer...

–¿Necesita un cambio radical? 

–Sí, pero ese es su gran conflicto, porque ella tiene una naturaleza y es de una manera que no cambiará de un día para otro.

–Con su personalidad, parece difícil que halle pareja. 

–Exactamente. Pero durante los tres capitulos en los que aparezco tendré dos citas. Me encontraré con dos perfiles muy diferentes de hombre y cada uno de ellos me enseñará por dónde tengo que tirar. Tendré conflictos, me deberé aclarar sobre qué es lo que quiero, qué es lo que busco... Pero, al final, Mia es un ser humano como todos, con muchas capas y muchas máscaras.

–¿Que hay de Aida Folch en Mia Font y viceversa? ¿Ha debido bucear mucho en su personalidad? 

–Me lo he pasado muy bien haciendo este papel. Hacía mucho tiempo que no disfrutaba tanto. Es un personaje muy agradecido, se parece en algunas cosas a mí, evidentemente, pero en muchas otras, no. No tiene pelos en la lengua y te puede estar seduciendo y, al mismo, tiempo decirte una barbaridad enorme. Se las dice, de hecho, al personaje de Noriega, que es mayor que ella. Pero le es igual. Es muy bruta. Plasmar esto me ha resultado muy divertido. Me reía mucho interpretándola, porque me parecía muy fuerte las frases que tenía que decir. Y todo eso se debe a que los guionistas son fantásticos. Los guiones de mis historias lo son mucho.

–¿Contenta, entonces, con el papel que le ha tocado? 

–Hay algo en contra, que es que mi personaje ya existe en Dates, la serie británica de la que se ha adaptado Cites. Allí lo interpreta la actriz Oona Chaplin de una manera magistral. Como yo quería hacerlo también muy bien, vi muchos capítulos de la original y los estudié bien, ya que me parecía que ella lo hacía fantástico. Evidentemente, nunca será igual, porque ella es otra persona, otra voz, otro cuerpo... Pero tenía que darle ese rollo, porque Mia es muy morbosa, muy misteriosa... No sabemos nada de su vida.

–¿Ha optado, pues, por no partir de cero, por no apartarse totalmente de su interpretación? 

–No, yo no me quería apartar. No hice eso que dicen muchos actores de que «no quiero que me afecte» o no sé qué. Yo he visto la serie muchas veces, porque en ella estaba tan bien explicado el personaje, que quería ir por aquella línea y, de alguna manera, imitar a Oona. Quería coger esa energía que ella tiene, y poder moverme y hablar como ella. Aunque, al final, Mia está en mi cuerpo y en mi voz: la he hecho mía. Y me encanta. El contra es que ese papel ya estaba hecho, y, además, tan bien, que puede que el mío no quede igual. O, quién sabe, quizá le añadamos cosas nuevas.

–O sea, que no todo es malo. 

–No, lo positivo es que yo he visto esta cita y sé que funciona muy bien, porque los diálogos son impecables. Entonces estoy muy contenta, porque he hecho algo que es una apuesta segura.

–¿Cree en ese tipo de citas? 

–Sí . Lo vivo como una realidad , porque mis amigos, y mis amigas usan esas webs, ya que es muy difícil hoy en día enamorarse, encontrar a alguien. Pasa el tiempo, estás solo... Es una realidad que existe y se debe explicar. En mi caso, yo viajo mucho, conozco a mucha gente, tengo pareja, con lo cual no creo que las utilice nunca. Para empezar, porque soy una cara conocida.

–¿Y si no fuera así? 

–Si no, seguramente lo haría. No sé, tiene morbo la historia: cómo lo encontrarás en el lugar en el que habéis quedado y qué te encontrarás; si será igual que las fotos o no; si encajaréis... Hay gente a la que le ha funcionado y otros, a los que no, y han acabado siendo solo amigos.

–¿Es una herramienta más? 

–Sí. No lo podemos negar. Estamos en el mundo de las tecnologías, no tenemos mucho tiempo y siempre estamos en el trabajo o en el bar de debajo, con lo que no tenemos muchas posibilidad de conocer a gente nueva. Para muchos el tiempo pasa y esta es una buena manera de ampliar las relaciones.

–Ha confesado que una vez lo intentó probar por curiosidad

–Sí, lo he probado, pero había que poner la foto. Entonces intenté poner la de otro, pero al final se enteran. Por lo que pasé.

–Eso lo dificulta, claro. 

–Pero, bueno, yo ya sé como funciona y muchas cosas me parecen muy frívolas, sinceramente. No hay necesidad. Porque incluso puedes escoger el color de pelo que tenga la persona con la que te citarás o sus aficiones. No obstante, funciona y hay mucha gente que utiliza este sistema. Ahí están webs como Meetic,Tinder, AdoptaUnTio, Badoo, que son un éxito total.

––En los tres capítulos en los que aparece, ¿con quién se cita? 

–Con los personajes que interpretan Eduardo Noriega y Miquel Fernández, que son unos actores impresionantes. Así da gusto trabajar. Además, cuando me llamaron para hacer el 'casting', vi que tenía una separata de 10 páginas por aprender. Lo que suponía 10 minutos sin parar de hablar.

Suena interesante... 

–Sí, así me lo pareció, porque es muy difícil. La gente, cuando queda, lo hace en un bar o en un restaurante, por lo que en ese tipo de escenas un actor no tiene muchas acciones y el discurso es muy importante. Hacer 10 minutos de toma seguida sin callar es como hacer teatro: no te puedes equivocar y tu personaje viaja por las emociones sin cortes. Para un actor eso es muy chulo.

–¿Qué destacaría del rodaje? 

–Hemos ensayado mucho. Y eso hace que cuando vas al rodaje, lo hagas con una mayor seguridad. Normalmente tienes miedo, pero aquí ya sabías lo que harías. Eso permite que todo vaya más rápido en el aspecto técnico, porque conoces en todo momento qué te encontrarás. Y es posible, claro, porque el director ha estado contigo. Ha sido uno de los mejores rodajes de mi vida.

–Ha vivido, entonces, momentos muy agradables. 

–Sí. He reído mucho y me he encontrado con compañeros fantásticos. Además, Pau Freixas es increíble, porque le gusta su trabajo, te transmite mucha energía... Y tiene esa manera de dirigir a los actores, siempre probando cosas... Para mí, eso es trabajar. Claro que hay tensión, porque hay prisas, como siempre, pero todo se hace de una forma tan agradable, que eso traspasa la pantalla.

–¿Cree que esa manera de trabajar se parece más a la del cine? 

–El rodaje ha sido más rápido, por lo que no ha habido tiempo para lograr una construcción de personaje muy profunda, pero, para ser una serie de televisión, ha sido la mejor manera de comenzar para mí.

–Le hablaba de su última aparición en la pequeña pantalla, haciendo de Anna Ferrer. Interpretar a un personaje vivo resulta muy difícil, ¿no? 

–La verdad es que da miedo, porque supone una gran responsabilidad. Cuando no haces un 'biopic', tú te inventas el personaje como quieres. Pero ahí, no; en Vicente Ferrer yo intentaba ceñirme a aquella persona que es Anna Ferrer.

–¿Y cómo lo construyó? 

–Viví con ella en la India. La acompañaba a inaugurar orfanatos, al hospital... para ver cómo era su vida. Y, después, quedaba con amigos suyos, a los que les preguntaba cómo es, cómo se pone cuando se enfada, si le gusta el queso... Para poder indagar. Además, Anna siempre estaba apoyándome, siempre la tenía a mi lado diciéndome: «No te preocupes, lo harás muy bien». También me daba miedo imitar su acento, porque ella es inglesa, y no fue fácil. Evidentemente, nunca podría ser igual a ella, pero quería explicar su esencia, porque es una mujer muy importante.

–Detrás de un gran hombre... 

–Siempre nos quedamos con Vicente Ferrer, pero sin ella... Él era el visionario, pero ella era la que ejecutaba realmente las cosas. Yo lo viví en primera persona. No tengo palabras para describir el bien que hacen en el mundo. Se me saltan las lágrimas solo de pensarlo, porque yo lo he visto.